El primer día tras la tormenta


MARTA G. BREA

Fue el de anoche ante el Eibar un partido de reencuentros. Volvió a ganar el Celta. Volvió a Europa. Volvió a jugar bien. Volvió a sentenciar un partido. Volvió a dejarlo revivir. Volvió a sufrir hasta el final. Volvió a marcar. Y volvió a encajar. Volvió a perder un equipo vasco en Balaídos. Volvió Aspas a crear. Volvió Guidetti a mojar. Volvió Bongonda a desbordar. Volvió Marcelo a mandar. Volvió el mejor Wass. Y volvió Jonny. Volvió Jota. Y volvió Nolito.

Anoche ante el Eibar el Celta dio el primer paso hacia Europa. Lo hizo recordando al equipo de los primeros meses. Controlador, dominador, presionante, incisivo, agresivo y matador. Marcelo Díaz procesa el fútbol en su cabeza a diferente velocidad y dimensión que los demás. A su lado, el Tucu Hernández convierte cada actuación en un derroche físico encomiable. Ambos dominaron el centro del campo liberando a un Wass que sonríe cuando más cerca del área juega. Ahí empezó a ganar el partido el Celta ante un Eibar que incordió la salida del balón en el inicio, pero poco a poco se fue echando atrás. Ayudó bajando a recibir un Aspas cada vez más similar al de Barreiro y menos al de Balaídos. El de Moaña está volviendo al origen, pululando en la línea de tres mediapuntas, en detrimento del gol pero al servicio del equipo y de un delantero con el que se entiende a las mil maravillas. Guidetti se ha hecho un hueco a base de encontrar portería y de una sociedad ilimitada con el canterano celeste. Menos socios le hacen falta a Bongonda. El belga ha recuperado para Vigo la figura del extremo puro. Encarar, regatear y centrar. El tiempo le ha dado el descaro para intentarlo y la habilidad para conseguirlo. Se está haciendo mayor.

El lunar, el de siempre. Por error propio o por acierto del rival. El Celta ha encajado 44 goles esta temporada, una barbaridad sólo al alcance de Rayo, Granada, Espanyol y Levante. La peor marca desde los años 80. Quizás anoche poco se pueda decir. Durante 80 minutos los armeros no fueron capaces de inquietar más allá del claro penalti de Cabral no señalado en el primer tiempo. El comportamiento defensivo fue correcto. Mención especial a un Jonny que, más allá del gol, agasajó a Jota con un marcaje impecable. No obstante, Berizzo debería darle una vuelta. El "mientras marquemos más goles que el rival..." no ayuda. También la plana mayor, para la que sobraban seis defensas en plantilla e incluso cinco. También Sergio y Rubén, cuyo nivel este curso no ha estado a la altura del resto del equipo.

Volvió el mejor Celta, aquel que empezó a apagarse con una goleada ficticia e injusta ante el Valencia y que puede regresar tras otra del mismo estilo en el Camp Nou. Cierto que por el medio ha dejado actuaciones puntuales brillantes, especialmente en la Copa, pero había dejado de dominar y controlar como lo hacía en septiembre y octubre. Llegó el bajón invernal de todo proyecto totista. Se fue Augusto y no estuvo Nolito por dos meses. Lesiones, sanciones y una plantilla escasa, sobre todo en la retaguardia. Con la cabeza en la Copa y menos piernas en liga, la caída en el torneo de la regularidad era esperable. Caída, que no hundimiento como doce meses atrás. Ese ha sido el gran éxito: atravesar la tormenta sin pillar una gripe. 

Ahora el cielo se despeja. La gráfica de rendimiento del Toto recupera la pendiente ascendente. Ha llegado Marcelo Díaz y Augusto Fernández es cada vez más un recuerdo del pasado. Por fin ha reaparecido Nolito, ese factor diferencial que gana partidos cuando otros no pueden. Sólo Fontás continúa en la enfermería. La carga de amarillas ha desaparecido y a Getafe viajará Orellana después de su castigo. La crisis ha descubierto a Guidetti, Bongonda y Señé, olvidados por el técnico en el tramo inicial y recuperados para la causa. Beauveu, aunque a paso más lento que el Chelo, continúa con su adaptación. Y la Copa, para bien o para mal, no volverá hasta el año que viene. Razones para soñar. 









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