El enemigo en casa


Foto: Adrián Irago
El césped de Balaídos se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para Eduardo Berizzo, que no para el club, que se mantiene tranquilo con el césped actual, ni tampoco para el Concello, a quien no parece importarle mucho el estado del mismo. Quién mas lo sufre son los jugadores, y también el club, que ve como se resienten los resultados por jugar en un campo que no favorece para nada los intereses de un equipo que busca el juego combinativo como clave para alcanzar sus objetivos. 

Ayer mismo se quejaba amargamente Eduardo Berizzo del estado del mismo: “No quiero que sirva como excusa, pero créanme que es realmente difícil jugar en este campo. Lo de los futbolistas es un arte, para controlar el balón necesitan tres toques, creánme que no nos ayuda nada”, explicaba el preparador celeste tras el difícil partido ante el Levante. 

El problema va más allá de lo que suceda puntualmente en un partido. Jugar en un campo tan blando, que se levanta con una enorme facilidad, como se puede apreciar cada vez que hay partido, se convierte en una odisea, a la que hay que sumar la necesaria recuperación de los esfuerzos. Tampoco ayuda el hecho de que se jueguen cuatro partidos en apenas diez días, por aquellos caprichos del destino. Confiemos en que pronto se encuentre una solución a este asunto. 

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