La importancia de Augusto


Foto: Atlántico Diario
Cuando Eduardo Berizzo decidió ubicar a Augusto Fernández como pivote defensivo, muchos pensamos que aquello podía suponer el epílogo a su etapa como entrenador del Celta, su inmolación, su final. El Celta había sumado dos puntos de treinta posibles en las últimas diez jornadas, y el técnico argentino debía dar un golpe de timón. Medidas desesperadas requieren soluciones desesperadas, y eso fue lo que decidió el “Toto”. 

Esa decisión pasará a la historia del Celta, como tantas otras que se tomaron a lo largo de los más de noventa años de vida del club celeste. Ese cambio fue clave para que el Celta acabase la temporada como un ciclón, del mismo modo que ha comenzado esta. Ayer, más que nunca, comprobamos lo necesario que es el trabajo del “negro” en la sala de máquinas del Celta. Roba, como lo hizo ayer Radoja, e incluso Pablo Hernández, pero tiene una enorme capacidad para distribuir, que da fluidez al juego del Celta y le convierte en un equipo imposible en el centro del campo. 

Baste recordar los datos del Celta desde que Augusto comanda la medular en la posición más retrasada. Desde aquel partido ante el Córdoba, ganado con un gol soberbio de Nolito, el centrocampista argentina ha disputado 23 partidos, 17 pertenecientes a la pasada temporada, y seis a la presente, en los que ha sumado un total de 43 puntos. La proyección del equipo en una temporada de 38 partidos sería de 71 puntos. Con menos ya se ganaron ligas. 

Decir que el Celta echó de menos ayer a Augusto no es descubrir gran cosa, pero sí es bueno recordar estas cifras para darnos cuenta de la importancia que tuvo la decisión que tomó en ese momento Berizzo, y la importancia de Augusto Fernández para el Celta. No solo en el vestuario, donde fue elegido capitán por todos sus compañeros, sino también dentro del mismo, donde le da al equipo criterio en la salida de balón, pelea e intensidad en la recuperación, y ánimo en los momentos más bajos. 

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