Aquella amarga victoria ante el Getafe


Foto: Faro de Vigo
El Getafe nunca ha logrado derrotar al Celta en Balaídos, pero eso no significa que algún partido contra los madrileños no sea recordado con dolor. Con mucho dolor. El más amargo de todos es el que ambos disputaron el 17 de junio de 2007, en la última jornada de aquella Liga, que supuso el último partido del Celta en la máxima categoría en cinco años. 

Al choque llegaban Celta, Betis y Athletic peleando por un puesto que diese la permanencia. También la Real Sociedad tenía opciones, pero menos, además del hecho de que en su banquillo se sentaba Miguel Ángel Lotina. En el del Celta estaba Stoichkov, y las dos victorias en las jornadas precedentes, ante Betis y Atlético de Madrid habían dado a los vigueses esperanzas de cara a la última jornada. 

A ella llegaban separados por un punto. El Celta tenía que ganar y que uno de los dos rivales, Betis o Athletic, no ganase. Los sevillanos jugaban en Santander y los bilbaínos recibían al Levante de Iñaki Descarga en San Mamés. Este partido se resolvió en la segunda mitad con un gol en propia meta de José Serrano, y remató Gabilondo a un cuarto de hora del final. Posteriormente se supo que el Athletic había amañado el partido para que los levantinistas se dejasen perder. 

Unos kilómetros hacia el oeste jugaba el otro equipo que debía empatar o perder. El Betis visitaba Santander y el marcador no se movía. El resultado le servía a los béticos ya que el Celta no ganaba. De hecho empezó perdiendo con un gol de Redondo, a los 25 minutos, que cayó como un jarro de agua fría en el estadio vigués. Pero el Celta reaccionó e igualó la contienda en el 35 gracias a un tanto de Bamogo. 

En la segunda mitad, el Celta adelantó sus líneas y marcó el 2-1 por mediación de Lequi, que con los resultados que se estaban produciendo dejaba a los celestes en Primera División. Durante 14 minutos el Celta estuvo salvado, pero las noticias ya habían llegado a Santander, así que el Betis apretó y con una facilidad pasmosa anotó dos goles que sentenciaban el partido y enviaban al Celta a Segunda División. 

Cinco años tardaría el Celta en retornar a la máxima categoría, fortalecido, como un equipo limpio, sin deuda y con un proyecto de futuro que ahora le sitúa en posiciones muy altas de la tabla. 

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