Un asiento limpio, por favor


Foto en Río Bajo, twitter de @Danirodnun
No es demasiado agradable comprar algo y encontrártelo en mal estado. Yo he comprado un asiento en Balaídos para esta temporada, es MI asiento. Lo que no sabía es que yo mismo tendría que traer de casa antes de cada partido productos de limpieza para poder hacer un uso higiénico, aseado y cómodo del mismo.

El pasado viernes antes de la disputa del Memorial Quinocho que enfrentó al Celta con el Genoa, muchos aficionados celestes, abonados o no, nos llevamos una gran desilusión cuando llegamos a nuestra correspondiente localidad en el Estado Municipal de Balaídos. La razón es clara, ya la habrás imaginado al comprobar la foto que abre este artículo.

Siendo directo y claro: esto no puede ser. Entendemos que no podemos culpar a las pobres aves que pueblan los alrededores del Lagares por realizar sus necesidades donde se encuentren más cómodas, en realidad no saben lo que hacen (supongo). En cambio, nosotros, seres humanos inteligentes, sí podemos hacernos cargo de sus desperfectos, y haciendo un ligero uso de nuestra capacidad de previsión (pues este problema ocurre todos los años), podemos darnos cuenta con anticipación de que cuando volvamos a Balaídos tras dos meses de parón, nos encontraremos con el mismo problema de siempre: nuestros asientos no sólo estarán sucios, sino que probablemente algún animal alado habrá realizado sus deposiciones sobre el lugar donde pretendemos contemplar alegremente un poco de fútbol de salón. Cuánto menos, es desagradable.

Desde aquí querría hacer un llamamiento al Real Club Celta para que solucione este asunto ya no sólo de cara al partido que enfrentará al equipo local y al Rayo Vallecano el próximo sábado 29 de agosto, día en el que la afición céltica volverá a pisar su estadio (espero que cómodamente sentados), sino también para que dentro de un año no se vuelva a incurrir en el mismo error, y más cuando muchos aficionados se dejan en su entrada y en su abono un buen pellizco de su sueldo. Sería mi deseo que al menos pudiésemos contar con un mínimo de pulcritud y dignidad para así poder animar apropiadamente a nuestro equipo, y que nuestra única preocupación fuese meter un gol más que el rival. Nada más, nada menos.


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