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Foto: Celta |
Cuando dentro de unos años recordemos el legado de Carlos Mouriño como Presidente del Celta, esta foto, la que preside este artículo, tal vez sirva para resumir su extraordinario trabajo al frente del Celta. Se irá de Vigo con un club renovado por dentro y por fuera, y con una nueva casa. Mouriño ha logrado lo que costó durante tantos años: El consenso entre las dos principales fuerzas políticas de la ciudad. Entre los que mandan y se torpedean constantamente.
La foto de Caballero y Louzán, sobre el césped de Balaídos, estrechándose la mano y cerrando un histórico convenio que servirá para remodelar el vetusto estadio de Fragoso, será tan histórica como el hecho en sí mismo. Y eso que costó, y hubo que soportar la rancia política de ambas formaciones, con sus idas y venidas, sus condiciones y sus rendiciones, pero finalmente Concello de Vigo y Deputación de Pontevedra se han puesto de acuerdo siendo gobernadas por formaciones políticas antagónicas.
El Celta se mantuvo siempre en un discreto lugar, sin llamar demasiado la atención, gestionando en la sombra, hasta conseguir esta instantánea. Era lo que necesitaba el celtismo para creer definitivamente en un proyecto que se alargaba preocupantemente en el tiempo. Ahora ya se vislumbra una fecha en el horizonte. Hay que trabajar y esperar que todos cumplan lo firmado, que no es lo mismo que cumplir lo hablado. Mouriño lo ha logrado. Un año después de prometerlo. No abunda tal efectividad.
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