El mundo del fútbol nos depara a veces situaciones curiosas, casi esperpénticas, como la vivida por Joaquín Larrivey el pasado fin de semana, pero aún lo son más cuando los personajes implicados lo analizan. Larrivey viajó a Inglaterra para pasar reconocimiento médico con su nuevo equipo, conocer las instalaciones y firmar el contrato que les uniría los próximos años. Todo iba bien hasta que el domingo, sin que nada raro sucediese, el Norwich rompía el compromiso y recomendaba a Larrivey que regresase a Vigo, que tendría que entrenar.
Su representante montó en cólera y amenazó con denunciar ante las autoridades competentes al club británico, al entender que habían jugando con su representado, tal vez para mejorar su posición en la negociación con algún otro delantero. Tampoco gustó en el seno del Celta, ya que había un acuerdo verbal entre ambas entidades y el “capricho” del Norwich echaba por tierra dicho acuerdo.
Hoy ha hablado Alex Neil, entrenador del Norwich, y su explicación ha convertido el caso en un esperpento mucho mayor. Así lo explicaba: “No era para nosotros. Él vino, lo conocí, y decidí que no era para nosotros. Tan sencillo como eso”, al tiempo que advertía: “Esta decisión no tuvo repercusión en los otros delanteros que estamos viendo. Yo solo decido no seguir adelante con ella. Simplemente estamos haciendo todo lo que podemos, pero muchas cosas no están en nuestras manos. Tenemos que esperar el momento oportuno”.
Así que era esto. Simplemente “no era para nosotros”. Llegaron a un acuerdo con su club de origen, lo hicieron ir a Inglaterra, le pasaron el reconocimiento médico, le enseñaron las instalaciones, permitieron que los medios locales sacasen fotos y las publicasen, pero finalmente resultó que no era para ellos. Tal vez solo buscaban un delantero con el pelo largo.
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