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| Foto: Xoan Carlos Gil |
Era el día de Michael Krohn-Dehli. El celtismo se había conjurado para darle todo su cariño al danés, a fin de ablandar su corazón para que siga en Vigo, pero también para exigir al Celta que no renuncie a cualquier esfuerzo por garantizar la continuidad de uno de los jugadores más importantes en la actual plantilla. Se había preparado un cántico para el minuto 23, pidiendo al jugador que se quedase en Vigo.
Y llegó el minuto 23, con cierta zozobra, porque hubo alguna jugada de cierto peligro en el área de Sergio que retrasó el comienzo de los cánticos, al menos a gran escala. Pero llegaron, y justo tras esa acción casi marca el danés. Lo evitó Tyton anticipándose a un balón que perseguía el centrocampista celeste.
No es habitual ver a Krohn-Dehli marcando goles, al menos no lo ha sido desde que arribó a Vigo hace más de dos años. Durante sus 96 partidos anteriores solo había marcado un gol, pero hoy era su día, así que, ya en la segunda mitad, una acción que inicia Nolito, acaba con la irrupción ofensiva de Jonny que cede al danés para que anote el 1-0, que daba al Celta la victoria momentánea.
Para entonces, Krohn-Dehli, que había estado tímido en la primera mitad, se desmelenó en la segunda. Su temperatura coincide con la del equipo. Cuanto más contacta con el balón, mayor sensación de peligro se genera. Lo intentó en varias ocasiones, primero con un buen desmarque cuyo tiro repelió Tyton, después con un intento lejano, y finalmente con la acción del gol. Lo suyo es distribuir, pero anoche estaba especialmente afanado en la búsqueda del gol.
Era la noche perfecta, la de un jugador que encadila a su afición, y que atraviesa, tal vez, el mejor momento de su carrera como futbolista, presto a cumplir los 32 años. Pero entonces apareció Velasco Carballo para estropear la fiesta global, y la de Krohn en particular, al señalar un penalti a todas luces inexistente, cometido por el propio jugador danés. Las noches perfectas no existen si Velasco Carballo está cerca.
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