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Foto: Xoan Carlos Gil |
En los maravillosos años ochenta de la NBA hubo un baloncestista llamado Vinnie Johnson, que pasará a la historia por el mote con el que se le conocía: El Microondas. El mote surgió tras un partido ante los Celtics, en la semifinales de conferencia de la Temporada 1984-85, Cuando Johnson anotó 34 puntos saliendo desde el banquillo. Danny Ainge, mítico escolta de los Celtics, comentó al final del partido: “Vinnie Johnson es como un microondas, seguro que me calienta en un momento”.
Posteriormente su carrera contemplaría dos anillos de campeón con los “Bad Boys” de Detroit, con su mote ya hecho mito. El mundo del fútbol es diferente al del baloncesto, pero si ayer el Celta tuvo un microondas, ese se llamó Santi Mina. El canterano, que llevaba varios partidos en el banquillo esperando una oportunidad que nunca llegaba, saltó al terreno de juego y fue el efecto que necesitaba el Celta para entrar en erupción.
Nada más saltar al campo realizó una jugada maravillosa que casi supone el 1-2. Le faltó definición, la misma que le faltó posteriormente en un remate de cabeza franco, en el que no marcó bien los tiempos, y en otras acciones en las que puso a prueba a la zaga rival, y en otras ocasiones a Gorka Iraizoz. La lástima fue que su efecto microondas no se transformó en puntos para los de Berizzo, pero sirve como referencia para el futuro. Este chico está más que preparado. Su etapa formativa ha concluido, y aunque seguirá aprendiendo y mejorando, está totalmente listo para afrontar el reto de ser titular en Primera División, o al menos para tener más minutos de los que está disponiendo.
Solo hay que atreverse, pero su mejoría futbolística se evidencia en cada partido. Cada minuto de experiencia adquirido se transforma en evolución como jugador de fútbol. Mejora incluso con los entrenamientos, y es algo palpable. Tal vez nos estamos perdiendo los buenos momentos que nos puede dar este jugar. Y nos arrepentiremos de ello.
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