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Foto: Javier Etxezarreta |
Fue el partido del
pasado sábado ante la Real Sociedad un partido que, sin duda, el
Celta dominó a través del balón. Un partido en el que el equipo
local no fue ni mucho menos superior a los pupilos del Toto Berizzo y
que, sin embargo, no podemos calificar de gran encuentro. Ni siquiera
de recuperación total a todos los niveles tras la nefasta racha de
resultados acaecida en los últimos meses. De hecho, si uno se para a
analizar algunos de esos partidos, encontrará varios en los que el
equipo olívico jugó mejor que en el estadio de Anoeta.
El once inicial
fue prácticamente el mismo que contra el Córdoba, añadiendo la
vuelta de Jonny al once y la baja de Orellana por sanción dando la
alternativa al ferrolano Álex López en la media punta. Mismo
esquema, mismas intenciones. La diferencia, precisamente, fue la
ausencia del chileno en el frente de ataque. Fue el Celta, durante
prácticamente 70 minutos, un equipo carente de movilidad e ideas. Un
equipo plano y sin imaginación que apenas inquietó la portería
contraria a pesar de secundar el balón durante la mayoría de tramos
del juego.
Y así, entre
varias aproximaciones con cierto peligro en los primeros minutos,
llegó una jugada aislada de los donostiarras (provocada, una vez
más, por un desajuste en los marcajes al hombre) que se comió por
alto Sergi Gómez (objeto, quizá, de una falta que ni siquiera se
atrevió a protestar) hasta llegar a la cabeza de un Agirretxe que
batió a bocajarro a Sergio Álvarez. Apenas cinco o seis minutos de
juego y el Celta, a pesar de poseer el balón, ya iba por detrás en
el marcador. Una vez más, merced a un error defensivo que deja a las
claras que algo sigue sin cambiarse en el sistema 'totista'. Lo único
bueno de encajar el gol fue la prontitud con la que se hizo: el Celta
tenía prácticamente todo el partido por delante para remontar.
Sin embargo tanto
el resto de la primera parte como prácticamente 20-25 minutos de la
segunda fueron un quiero y no puedo de los celestes. Mucho balón,
pero pocas ideas. Los tres de arriba estaban demasiado estáticos y
Álex López no terminó de encontrarse ni con su posición ni con
líneas de pase para hacer crecer al equipo desde la posesión. El
único entonado en la creación, Michael Krohn-Dehli, estaba
demasiado alejado del área como para crear el peligro necesario.
Poco a poco iban pasando los minutos y el Celta no encontraba lo más
importante: ocasiones, tiros a puerta, llegadas.
Para sorpresa de
todos fue Theo Bongonda, la joven promesa belga, la opción que
utilizó Berizzo para desestabilizar al equipo de David Moyes. Y
aunque solamente estuvo veinte minutos en el campo, el bueno de Theo
demostró ser lo que el equipo necesitaba en ese momento. Su descaro
y movilidad, añadidos a la sorpresa, provocaron que el frente de
ataque celtista se quitase las telarañas y comenzase a moverse.
Dicha situación se vio incrementada con la entrada al campo de
Charles por detrás de Larrivey, quedando Nolito más libre para
crear y Bongonda percutiendo por ambas bandas. Así vino el gol,
ciertamente, mezcla de descaro e imaginación interviniendo todos los
hombres ofensivos que Berizzo había situado tarde pero con buen
criterio. Charles y Larrivey combinaron y el balón le llegó a
Bongonda que, por fin, demostró que el partido estaba para levantar
un poco la cabeza y pensar qué hacer con el balón. Filtrado el
balón en el área, Nolito se encargó de hacer el resto a la media
vuelta, al más puro estilo Gerd 'Torpedo' Müller.
Golazo y un punto
más, ya que restaba poco para el final y ninguno de los dos equipos
quiso arriesgar demasiado. Fue, sin duda, un punto importante que
quién sabe si haremos bueno contra un Atlético de Madrid que viene
con resaca de derbi e importantes bajas para Balaídos. La buena
noticia es que por fin se encadenan dos jornadas seguidas puntuando.
La mala, que a pesar de tener mucho balón el Celta sigue ofreciendo
una pobre versión ofensiva en cuanto a ideas y peligro se refiere.
Son ya 25 puntos, cada vez menos para el objetivo, y la certeza de
que lo importante, lo duro y lo ilusionante; todavía está por
llegar.
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