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Foto: Lalo R. Villar |
Tres partidos sin marcar no pueden ser casualidad. El Celta,
una y otra vez, se está encontrando consigo mismo en el desarrollo de un
encuentro que domina pero no apuntilla terminando por desconectarse durante
cinco o diez minutos que devienen en desenlace fatal por aprovechamiento del
rival. Por rácanos que hayan sido Granada, Rayo Vallecano y Eibar; lo cierto es
que se han llevado un jugoso botín ante la espesura ofensiva que presenta el
equipo del Toto Berizzo en las últimas semanas.
El técnico argentino devolvía al once a los jugadores que
empezaron el campeonato, por lo que la alineación inicial era la más
reconocible de lo que va de temporada con Álex López junto a Krohn-Dehli y Fabián
Orellana de nuevo en el tridente de ataque. Comenzó el partido y lo cierto es
que los primeros veinte minutos fueron celestes ante lo temerosos que se
encontraban los jugadores entrenados por Gaizka Garitano. Los desajustes
defensivos se sucedían y hasta tres fueron las ocasiones claras de las que
gozaron los locales por mediación de Larrivey, Nolito y Krohn-Dehli. Pero ya en
esos instantes irrumpió una de las figuras del partido: Xabier Irureta, el
portero visitante.
El guardameta vasco se encargó no solo de parar todo tiro
que los vigueses emprendían contra su portería, sino que también fue amo y
señor en todo su área minando la moral de los centradores olívicos. De nada
sirvieron las decenas de centros laterales y córners que el Celta tuvo a su
disposición ya que el bueno de Irureta tiró de valentía para llegar con
solvencia hasta el borde del área para hacerse con cualquier balón. Un auténtico
muro y sin duda uno de los porteros más impresionantes de todo el campeonato.
Y el Celta, ante esa circunstancia, no fue demasiado
inteligente. Demasiado previsible se mostró el equipo de Berizzo en el
transcurso del partido. Muchos pases horizontales, insistencia con las entradas
por banda, tiros muy lejanos y centros totalmente estériles que rara vez
provocaron un peligro real. Cuando el Eibar se acostumbró al ritmo del partido
supo juntar líneas y retrasar jugadores hasta su área para embotellar al Celta
poco a poco. Claro que antes, a pesar del buen inicio celeste, llegó la
habitual desconexión defensiva a todos los niveles y una ocasión muy clara de
Manu Del Moral atajada por Sergio fue el preludio del gol eibarrés anotado por
el mismo jugador. ¿Mucho premio para tan poco empeño? ¿Demasiado castigo para
el juego local? Puede que ambas respuestas sean positivas, pero la cruda
realidad es que el Eibar supo marcar y el Celta no.
Y es ese, no el juego, el principal problema de esta
mini-crisis celtista que ya empieza a extenderse demasiado en el tiempo. Desde
la esforzada victoria en Barcelona el Celta no ve puerta a pesar de lo mucho
que llega y tira a puerta. ¿Urge un plan B? Quizá esa sea la respuesta a tanta
espesura. Quizá haya que buscar más movimiento del balón y menos estatismo,
encontrar espacios y mover más la defensa rival. Porque el partido de este sábado
fue, prácticamente, una fotocopia del de hace unas semanas contra el Granada. No
fue el Eibar ni mucho menos tan rácano como los andaluces (al fin y al cabo
hablamos de un equipo con muy pocos, casi inexistentes, recursos económicos),
pero supo encontrarle la medida a este Celta a través del fútbol subterránea
encerrándose atrás y cortando el juego más pronto que tarde.
El Toto, además, no supo leer del todo bien la evolución del
partido y marró en exceso en los cambios, que hizo tarde y mal. Augusto fue prácticamente
desaprovechado en el lateral derecho y Carles Planas entró demasiado tarde para
seguir insistiendo con los centros laterales. Ante un equipo bien plantado atrás
y con unos defensas y un portero poderosos en el juego aéreo se antoja un plan
bastante improductivo. Toca remar y, por suerte, lo haremos desde los 20 puntos
y en una posición cómoda. No debe haber motivos para la alarma, pero también
cabe recordar, una vez más, que no está todo el trabajo hecho. El objetivo
sigue siendo el mismo y ahora viene un calendario poco agradecido. Cuanto antes
nos acerquemos a los 30 puntos, antes podremos encarar la permanencia y quién
sabe si aspirar a algo más.
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