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Foto: Ricardo Grobas |
Cada vez que la pelota toca los pies de Michael Krohn-Dehli, el Celta toma una bocanada de aire. El danés se ha convertido en el pulmón futbolístico de un equipo en el que cada vez que asume el control, el juego fluye de otra manera. Con más claridad, con más magia. El centrocampista ha sido bendecido con un sexto sentido para leer en milésimas de segundo lo que sucede a su alrededor, con la capacidad para poner el balón con precisión milimétrica donde puede hacer más daño al rival o salvar a los suyos, y con una disposición a vaciarse sobre el campo que garantiza los brazos en alto hasta el último instante. Si a esa colección de virtudes se le añade la polivalencia -término de cabecera en el Celta- de quién llega como extremo y se reinventa una y otra vez hasta acabar en mediocentro defensivo, el resultado es un jugador con el cartel de imprescindible. Con todas sus letras. Imprescindible.
Lorena García Calvo / La Voz de Galicia
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