Pedro Docampo: "La lesión que más me marcó fue la de Oubiña"


Foto: M. Moralejo
Pedro Docampo (Vigo, 1981) es uno de los artífices anónimos del fútbol que mana de los jugadores del Celta. Este licenciado en Educación Física se ocupa desde hace seis años de la readaptación física de los hombres del primer equipo. Prevenir lesiones y recuperar a los jugadores tras sus reveses forma parte de su día a día, en el que la colaboración con los servicios médicos y los fisioterapeutas es clave.

-¿Cuáles son exactamente sus funciones en el Celta?
-Me encargo de todo el trabajo de prevención de lesiones, y cuando tenemos algún lesionado me dedico en las primeras fases -donde el deportista trabaja más con los fisios para recuperar las capacidades básicas de la zona- a entrenar todas las estructuras que no están lesionadas. Cuando los fisioterapeutas dan permiso y los médicos lo supervisan, empezamos a entrenar otra vez esa estructura lesionada y progresivamente vamos trabajando para recuperar las condiciones normales y para que puedan competir otra vez.

-La prevención tiene cada vez más protagonismo.
-Sí, por ejemplo a todos los deportistas que han tenido lesiones previas que pueden aumentar su riesgo de sufrir otra, o a aquellos que tras determinados estudios se considera que pueden tener algún tipo de riesgo, se les prescriben una serie de actividades que habitualmente se hacen antes del entrenamiento. A esos jugadores diana les marcamos un trabajo preventivo ya sea de flexibilidad, fuerza o lo que sea, para evitar que se lesionen.

-Ha hablado de jugadores «diana». ¿Hay muchos en el Celta?
-En general casi todos. Es muy difícil que a un deportista de máximo nivel que lleva al límite su cuerpo no le proteste alguna parte de su físico. Es cierto que con jugadores que han tenido lesiones importantes hay que tener cierto cuidado incluso bastante más tarde del alta, pero en general, el que más y el que menos tiene o problemas de esguinces, o de pubis, o musculares. Cada uno en su grado y con sus matices.

-Le toca trabajar con los futbolistas en su momento más difícil. ¿A su labor de readaptación tiene que añadir el apoyo anímico?
-Sí, hay momentos en los que también echas una mano a nivel psicológico, sobre todo por la cantidad de tiempo que pasas con ellos y porque están en un momento delicado. Para un deportista lo peor es no poder hacer algo que le gusta y de lo que vive. En las lesiones más largas pasan muchos momentos de incertidumbre y de trabajo muy duro y de muchas horas que no se ve.

-¿Cuál ha sido la lesión que más le ha marcado en este tiempo?
-Sería injusto seleccionar, pero siendo honestos, el caso de Borja Oubiña. Nada más subir al primer equipo fue mi primer reto, y no era pequeño. Lo cogí tras la que era la última oportunidad en cuanto a operación. Hizo su último intento y pasamos muchas horas. Me marcó por cómo es el chico, por todo lo que pasó y por la confianza. No es lo mismo que alguien confíe en ti después de seis años dedicándote a esto a que lo haga cuando acabas de subir de la base. Me mostró plena confianza, y es de agradecer. También la lesión de Hugo Mallo, porque le conozco desde que tenía doce años, le entrené y es casi como un hermano pequeño.

-Trabaja con futbolistas de Primera División. ¿Se puede decir que son obedientes?
-Estos chicos sí. No sé en otros vestuarios, pero el futbolista del Celta es un encanto. A alguno tienes que explicarle un poco más el porqué de las cosas, pero son gente con mente abierta, que confía en ti y que hace las cosas sin problemas. Como todos, hay días que te apetece más o menos trabajar, pero en lo general son muy obedientes y muy buenos profesionales.

Las pretemporadas, los finales de curso y la vuelta al trabajo tras los pequeños parones son las épocas en las que físios, médicos y readaptadores tienen más cuidado con los jugadores, puesto que el riesgo de lesiones es mayor. Sin embargo, el trabajo diario no para nunca.

-¿Cómo es un día normal de trabajo con los lesionados?
-Dependiendo de la lesión se entrena más o menos; unos días se hace mañana y tarde y otros solo mañana. Lo habitual es que llega el jugador, lo supervisan los fisioterapeutas, hacen el trabajo previo a la sesión, media hora o una hora, luego pasa a trabajar conmigo en el gimnasio, en el campo, en la piscina o donde toque, y después pasa otra vez con los fisioterapeutas. Como mínimo, una vez a la semana pasa por supervisión médica y hacemos dinámica de grupo con todos poniendo nuestro punto de vista para ajustar el trabajo.

-Supongo que cuando un futbolista regresa al campo, sobre tras una lesión grave, usted siente una pizca de orgullo.
-Sí, te alegra porque nosotros vivimos una parte que nadie ve, que es cuando el futbolista, la persona, lo pasa mal. Cuando consigues que salga adelante te gusta ver que vuelve a disfrutar.

-Oubiña ha vuelto a pasar por el quirófano. ¿Cómo se encuentra?
-Evoluciona bien. La ventaja es que es un chico súper sensato y muy estable emocionalmente, por lo que el problema psicológico que puedes tener con otros chicos en su primera lesión importante, con Borja no lo tienes. Conoce los plazos y las sensaciones, por lo que no se asusta. Trabaja de manera tranquila y evoluciona según lo esperado.

-Pablo Hernández llegó y ya pasó a sus manos.
-Para él fue duro parar. Acababa de llegar, todo el mundo espera mucho de él, quería demostrar que es buen futbolista, y al principio le costó un poco asimilarlo, pero en el momento en que comprendió que lo adecuado era ir con calma porque era una lesión que podía dar guerra en el futuro, lo aceptó bien. Trabaja muy fuerte, es muy disciplinado y un trabajador incansable.

-Y ahora le toca Augusto.
-La lesión de Augusto es más corta y se lleva mejor. Además, es un futbolista que no se desanima, aunque le cuesta parar porque tiene mucha energía y también es muy trabajador.

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