Pablo Hernández deja frío a Balaídos en su debut en casa


Foto: Jorge Landín 
Decepción es tal vez la palabra que define la primera aparición de Pablo Hernández en Balaídos con la camiseta del Celta. El argentino, nacionalizado chileno, entró mediada la segunda mitad en lugar de Álex López, que estaba teniendo una buena actuación, aunque falló un gol cantado en la primera mitad. Para entonces, la tónica del partido estaba cambiando. Arrasate había volcado el campo hacia la portería de Sergio con la valiente apuesta por Agirretxe y el "Chory" Castro, que le estaban dando otro aire al conjunto donostiarra. 

La entrada de Hernández podía dotar al centro del campo de una pausa necesaria en ese momento, pero en la práctica se transformó en una sucesión de pérdidas o apariciones desafortunadas en la puesta de largo del centrocampista sudamericano, que incluso golpeó a un rival con el balón cuando quería enviarlo fuera del terreno de juego para que atendiesen a Cabral. No obstante, en otras acciones dio muestra de la gran zurda que posee con detalles técnicos de nivel. 

Y es cierto que realizó un gran trabajo defensivo, despejando algún que otro balón por alto, y que también los ganó cuando Sergio decidió sacar en largo, pero son estas acciones poco vistosas y que no evitan la decepción en gran parte de la afición presente ayer en Balaídos. Tendrá, sin duda, actuaciones mejores, porque calidad no le falta y Berizzo, que se lo trajo de Chile, no es tonto y sabe lo que es bueno para él y para el equipo. Hernández terminará soltándose, pero necesitará un lógico periodo de adaptación a un fútbol que, por sus características, resulta a día de hoy un tanto inhóspito. Que la decepción de ayer se transforme en orgullo es la gran tarea que tiene por delante el internacional chileno. 

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