Sonrisas y misterios


Foto: Ricardo Grobas
Concluye la fase de los discursos en la sala de prensa de Balaídos y resuenan los aplausos. Los de los colaboradores de Luis Enrique, a los que se llevará a su próximo destino ("si lo hay y si quieren", acota. "Primero tendré que convencerlos"). Y los de los dirigentes del club: Antonio Chaves, Miguel Torrecilla, Toni Otero, Pedro Posada, Antonio Rosendo... Al otro lado del muro, medio centenar de aficionados esperan para recolectar la última foto y el último autógrafo, que Luis Enrique repartirá con amplia sonrisa.

Casi a la misma hora, en Barcelona, un periodista le dice al Tata Martino: "Quisiera saber si es su última rueda de prensa y en ese caso, agradecerle su educación". No habrá agradecimientos de este estilo en Vigo. Luis Enrique, en su trato con la prensa, ha basculado entre la frialdad y la aspereza. "No me pagan por ser simpático", explicaba ayer. En el retrato del técnico resultan compatibles el elogio a su trabajo y la crítica a su comportamiento sobre el escenario público; el aprecio interno y el desapego del entorno.

Cuentan que a Luis Enrique le disgustaron, por ejemplo, los comentarios jocosos sobre la estación de observación técnica, más popularmente conocida como andamio, que se hizo construir en A Madroa y que ya han incorporado en el programa catalán de humor Crackovia. El asturiano descubre entre los asistentes a Julio Vargas, el jefe de las instalaciones célticas a quien encargó su construcción, y se lo achaca en broma: "La que me ha caído por tu culpa". En serio, afirma: "Las cosas que nosotros hacemos no son el capricho de un chiflado". Y anticipa: "No sé si al que venga le gustará o no, si se sube seguro que se queda, lo garantizo".

Luis Enrique insiste habitualmente en su sinceridad. Aunque al final no cumpliese lo que había anunciado: enseñar su contrato. La vigencia exacta del mismo ha sido objeto de controversia desde que empezó a trascender su posible marcha al Barcelona. Si era de dos temporadas, como se anunció a su llegada, el Celta debía cobrar por la rescisión. Lo que no sucederá. El gijonés se va gratis.

Mouriño quiso disipar ayer cualquier controversia al respecto. "Nosotros cumplimos el contrato con Luis Enrique y él ha cumplido el contrato con el Celta. El contrato era de una temporada más una quedando de hablar a final de temporada. Hablamos y él ha llegado a la conclusión de que no continuaba en el Celta". Añadirá el presidente: "Tomó una decisión y nosotros la respetamos totalmente". El preparador agradecerá esa explicación: "Es muy bonito oír que he cumplido mi contrato. He sentido cariño y apoyo desde el primer día. Las dos partes hemos cumplido sobradamente".

Sin embargo, fuentes solventes mantienen que el contrato era de dos temporadas, con una redacción convencional. Luis Enrique se muda sin contraprestación porque, en virtud de un pacto de caballeros con Mouriño, también él hubiera renunciado a cualquier indemnización en caso de despido.

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