El eterno retorno de Noguerol


Foto: Marta Gr. Brea
Albacete ha recuperado el amor por su equipo de fútbol. 17.000 aficionados asistieron en el Carlos Belmonte al partido contra el Sestao River que devuelve a los manchegos a Segunda División después de tres años de penitencia en Segunda B. Ayer, la ciudadanía se echó a la calle. En el centro de los festejos, una figura se agiganta pese a su delgadez. Francisco Noguerol, líder espiritual y pieza clave en este renacimiento a sus 37 años.

El central ourensano está eufórico. Disputó como titular 28 partidos de la temporada regular y los dos de la sufrida eliminatoria (3-3 en Sestao; 2-2 en Albacete). "Y en casi toda la segunda vuelta, como lateral. Muchos no se lo creen. A mis años... Y yo, encantado", proclama. Esa reconversión se la ha inventado Luis César Sampedro, el técnico vilagarciano, que conoce a Noguerol desde que éste estuvo cedido en el Racing de Ferrol por el Celta, entre 1998 y 2000.

Noguerol, tras abandonar el club vigués en 2010, jugó un año en Girona. En Segunda, como en diez de sus dieciocho temporadas de trayectoria sénior. Regresó entonces al Albacete porque su carrera se resume en idas y vueltas: Elche, Salamanca, Celta... Y en todos esos destinos, ejerciendo de capitán.

El reto de resucitar al Alba le tocaba la fibra. Resucitar en sentido casi literal. "Este verano el club estuvo casi desaparecido. Volver a Segunda le da la vida. Y regresa con más energía. A la gente, Segunda le parecía un infierno y ahora se han dado cuenta de lo que significa estar en el fútbol profesional".

La vinculación al club se ha fortalecido en las penurias. Se fue de Segunda con 5.000 abonados. Esta temporada ha tenido 6.000. Noguerol calcula que subirán a entre 8.000 y 10.000. Enseguida encuentra el paralelismo: "Es como mi Celtiña, que pasó esos años malos en Segunda y ha vuelto a Primera haciendo las cosas bien, mucho más consolidado que antes".

Nunca se olvida Noguerol del celeste, su primer amor. Timoneó al filial. No encontró hueco en el primer equipo, cuando competía por el puesto con figuras como Djorovic o Cáceres. Volvería en 2008, a pelear por el ascenso pero de forma infructuosa. "Me siento muy apegado al Alba. Es donde más he disfrutado del fútbol, incluso en esta etapa humilde en la que los jugadores somos mileuristas. Me siento orgulloso. El Celta, en cambio, es el equipo que más quiero y en el que más he sufrido". Siempre autocrítico, el celtismo le compensó los sinsabores: "Recuerdo el aplauso que me dieron en Balaídos cuando regresé con el Girona y entré en el campo. Nunca lo olvidaré. Los aficionados sabían que me podían haber salido las cosas mal, pero no por falta de compromiso".

Aunque le ha faltado un partido para cumplir la cláusula de renovación, la directiva ya le comunicó hace un par de semanas que prolongaba su contrato. Hasta los 38 años: "Me parece increíble. Cuando era joven ni podía soñar con vivir del fútbol y aquí sigo. Va quedando poco", acepta, aunque sin ponerse fecha de caducidad y con una final claro para su relato: "Me retiraré en Segunda".

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