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| Foto: Almudena Torres |
El octavo puesto no fue retribución suficiente para que el Celta mantuviese la tensión competitiva en el cierre de campaña. Una relajación comprensible. La marcha de Luis Enrique invalidaba el componente de reivindicación individual. No había méritos que acumular de cara al futuro en estos días de mudanza. Con Berizzo todos volverán a partir de cero. Al técnico argentino, si cumple la tramitación legal como espera el Celta, le tocará imprimir su propia personalidad al conjunto sin perder las cualidades que su predecesor ha sabido darle.
De más a menos
El Celta ha competido siempre desde los tiempos de Paco Herrera, incluso cuando otros pecados lo tenían camino del descenso. Con Luis Enrique se ha acentuado ese carácter. Ayer, de hecho, el conjunto céltico arrancó con una intensidad notable. Se sintió tan cómodo, sin embargo, que empezó a sestear. El Valencia, con el plus de jugar ante su público, resistió a la tentación de dejarse ir y remontó.
un tercio de juego
El Celta, en cierto modo, mostró por abulia los defectos que en la primera fase de la temporada tuvo por ansiedad. Su superioridad en la medular le permitió ofrecer preciosas combinaciones. Pero sin la culminación adecuada. El control del balón en el tercio medio del campo no influyó como debiera en las dos áreas. El Celta se mostró escaso en la rival y blando en la propia.
La estirada más bella
Siempre hay jugadores que incluso en las pachangas se comportan con energía. Nolito acaba la Liga en gran forma; Orellana disfruta hasta en las recuperaciones; Sergio ha reclamado en sus últimas actuaciones que, como mínimo, se le permita competir en la próxima pretemporada con Yoel y Rubén Blanco. El gato catoirense deja, a disparo de Míchel, una de las estiradas más bonitas de la campaña.
el viejo ariete
Mina sigue verde. A Bermejo se le ha pasado la fecha de consumo preferente. Su marcha es probable. Ha dado tanto, dentro y fuera de la cancha, que ni siquiera la lógica alivia la tristeza de este instante. Se nos va el viejo ariete: viejo por sabio y por la esencia clásica de su juego.
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