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Foto: Jorge Landín |
Hace exactamente diez años, el Celta puso punto final a una de las experiencias más gloriosas de su casi centenaria existencia. El 10 de marzo de 2004, el equipo que entonces dirigía Radomir Antic visitó al Arsenal (2-0) para disputar el partido de vuelta de la eliminatoria de octavos de final de la Liga de Campeones con el que los vigueses cerraron su primera y hasta la fecha única participación en la máxima competición continental. Borja Oubiña es el único miembro del equipo que hoy capitanea que disfrutó de aquella vivencia que califica de "increíble".
Después de participar durante cinco años consecutivos en la Copa de la UEFA –alcanzando los cuartos de final en los tres primeros–, el Celta se clasificó para la Liga de Campeones en la primera temporada de Miguel Ángel Lotina en el banquillo celeste, la 2002/03. Tras superar no sin apuros la previa contra el Slavia de Praga de Kuka y Bjbel (3-0 en Balaídos y 2-0 en la República Checa), el conjunto vigués quedó encuadrado en la fase de grupos con el Brujas, el Milan y el Ajax de Amsterdam.
Tras sumar dos empates y una derrota en la primera vuelta de la liguilla, el Celta reaccionó en la segunda, que comenzó derrotando al Ajax de Ibrahimovic y Van der Vaart en Balaídos (3-2) en un partido que supuso el debut de Oubiña en la competición, sustituyendo a Mostovoi en el descuento. Después llegarían un nuevo empate ante el Brujas (1-1) y la victoria en San Siro ante el Milan de Carlo Ancelotti (1-2) merced al inolvidable gol de José Ignacio previo remate fallido.
Así llegó el Celta a octavos, donde el sorteo deparó un duelo ante el Arsenal, un equipo liderado por Thierry Henry en su mejor versión y en el que militaban otras figuras de la talla de Lehmann, Vieira, Bergkamp o Pires. El caso es que el Celta afrontó la eliminatoria en una situación muy complicada en Liga, a un paso de la zona de descenso. Miguel Ángel Lotina ya había sido destituido y Radomir Antic ocupó su lugar, aunque no llegaría a acabar la temporada. La ida se disputó en Balaídos y los londinenses adquirieron ventaja al ganar 2-3, con goles de Edú y José Ignacio para los locales y Edu (2) y Pires para los visitantes.
La vuelta se jugó quince días más tarde en el viejo Highbury con el Celta ya en puestos de descenso tras encajar sendas goleadas ante el Real Madrid (4-2) y el Espanyol (1-5). Urgían cambios en el equipo y uno de ellos fue el salto desde el filial de Borja Oubiña. "Había jugado el domingo con el Celta B, pero justo antes de ir con el filial había tenido una conversación con Antic y me había dicho que no iba a volver a jugar más abajo, que me centrase en el primer equipo", recuerda ahora el capitán celeste. Tres días después de golear en Barreiro al Recreación (4-0), el centrocampista vigués disputó los 90 minutos en Londres. "Era difícil pasar y veníamos de una situación en la Liga súper complicada. Era un partido ilusionante, pero también llegaba en un momento delicado. Pero a nivel personal, evidentemente, fui a disfrutarlo porque con la experiencia que tenía yo, que era poca, era un partido para disfrutar, para aprovechar, y es un gran recuerdo jugar en un campo como Highbury y contra aquellos jugadores, porque el Arsenal era entonces el mejor equipo de Inglaterra", rememora el capitán.
El Celta descendió a final de aquella temporada y Oubiña dio el salto definitivo al primer equipo. Fue clave en el ascenso de 2005 y en la vuelta a la UEFA en 2006, año en el que se convirtió en internacional con la selección española. Pero la Champions sigue siendo su mejor recuerdo. "Fue una experiencia increíble. Para un chico con poca experiencia en el primer equipo, poder jugar la Liga de Campeones es el recuerdo más bonito que tengo del fútbol. Fue algo fantástico", asegura. "Cada situación es diferente, pero en aquel momento, ¿qué te puede producir más entusiasmo? Venía de jugar tres días antes en Barreiro y el cambio es mucho mayor que estar más o menos consolidado con el Celta en Primera y jugar con la selección. El entusiasmo que te provoca hace que sea el mejor recuerdo", añade.
En la fase de grupos, aunque no llegó a enfrentarse a él en el césped, la presencia de Maldini había maravillado a Borja. En Highbury, fue Henry –autor de los dos goles del Arsenal (2-0)– quien más le impactó. "En ese momento, estaba en lo más alto de su carrera. Física y técnicamente me impresionó; visto de cerca, me pareció bestial. Rápido, potente, fuerte", explica.
Aquella experiencia marcó a Oubiña, que posiblemente, de no ser por las lesiones, podría haber repetido presencia en la Champions. "En ese momento, me parecía una oportunidad única para el Celta y a nivel personal. Luego evolucioné bien y años más tarde era tal el recuerdo que tenía el deseo de volver a jugar la Liga de Campeones, pero pasó lo que pasó y todo quedó ahí", señala. Ahora, asume que ver al Celta en Europa sólo puede ser puntual. "A lo largo de la historia del Celta, se ha dado pocas veces, en los setenta y estos años atrás, en los que se vivió algo un poco irreal y luego, de hecho, hemos pagado las consecuencias de aquel esfuerzo. Fue bonito y lo disfrutamos, pero lo normal es que no se dé", concluye el capitán.
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