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Foto: LFP |
No fue titular ante el Atlético de Madrid la pasada jornada. Ayer, se reivindicó a gusto. El argentino completó un partido sublime en el acierto y en el esfuerzo, en lo táctico y en lo técnico, en lo bello y en lo feo. Estuvo en todas partes y prácticamente siempre bien. Fue el mejor de los atacantes y de los mejores defendiendo. Lo único extraño es que aguantase 90 minutos realizando tal despliegue.
Si sus compañeros hubiesen estado más acertados en el remate, Augusto se podría haber ido ayer del Ciutat de Valencia con un puñado de asistencias de gol y no sólo una. Se valió del también notable partido de Orellana para desequilibrar a la defensa del Levante bien por dentro, bien por fuera. Y en el centro del campo aportó su habitual trabajo de presión. Resulta complicado recordar una acción en que se equivocase. Augusto se quedó a gusto.
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