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Foto: Jorge Santomé |
El julio pasado, en el regreso del Celta al trabajo tras las vacaciones de verano, Toni se plantó en el despacho de Luis Enrique. El futbolista canterano mostró al técnico un burofax que el club le había enviado unos días antes indicándole que no se molestase en presentarse a los entrenamientos y le pidió una oportunidad. El técnico recogió el guante y permitió que el jugador entrenarse con el resto el grupo en busca de un puesto.
Lo encontró en una posición desconocida. La marcha unos meses antes de Roberto Lago al Getafe dejó una vacante difícil de cubrir en el lateral izquierdo. Luis Enrique decidió que era preferible buscar una solución en casa antes de recurrir a un mercado en el que escaseaban los laterales de calidad y muy pronto se convenció de que Toni podría desempeñar con buenas prestaciones esta función.
Y así, de la noche a la mañana, la situación del centrocampista canterano sufrió un inesperado vuelco con un proceso de reinvención que sorprendió a todos, salvo quizás al propio Toni y a Luis Enrique. El entrenador del Celta no sólo consideró que el jugador era válido para seguir en nómina, sino que recomendó su renovación. Y, de este modo, Toni pasó de convertirse en el primer descarte del verano a ampliar su contrato con el Celta por tres temporadas más, hasta 2017.
Y lo cierto es que el futbolista coruñés gozó de un importante protagonismo durante el primera tercio de la Liga. No tardó más de un mes en superar los minutos de juego del pasado curso, donde su actuación había sido meramente testimonial, ni en ganarse los elogios del entrenador, que lo puso como ejemplo de trabajo, compromiso y voluntad frente a la adversidad. Y mientras otros futbolistas de la plantilla con mayor predicamento como Andrés Túñez (y más tarde, en el mercado de invierno, Jonathan Vila o David Rodríguez) se veían obligados de buscar fortuna lejos de Vigo, Toni gozaba de la confianza del técnico y de un inesperado protagonismo.
El invento de Luis Enrique, sin embargo, no resultó del todo convincente. Los problemas de Toni para adaptarse en tiempo récord a una posición que requería mayor disciplina y contundencia pronto se hicieron evidentes, aunque el técnico siguió en sus trece y lo mantuvo en la titularidad por delante de soluciones más naturales como Jon Aurtenetxe, que ya había actuado como lateral zurdo en el Athletic, o Jony, que también había jugado ocasionalmente en el flanco izquierdo durante su etapa en el filial.
La brillante actuación de Jony en Copa frente al Athletic cambió de nuevo todo. Tras jugarlo prácticamente todo en la Liga (doce de los trece primeros partidos), Toni desapareció de las alineaciones y enseguida de las convocatorias, hasta el punto de convertirse en el descarte más habitual del técnico. El canterano, sin embargo, no arrojó la toalla y evitó buscar una salida en el mercado de enero pensando que podía revertir de nuevo la situación. La realidad se encargó de demostrarle lo contrario y el jugador, finalmente, ha buscado fortuna lejos de un equipo por el que lo intentó todo.
Julio Bernardo / Faro de Vigo
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