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Foto: Jorge Landín |
El celtismo tiene una coraza hecha a base de alegrías por televisión. Por eso el golpe recibido ayer, como en otras cuantas ocasiones anteriores en directo en Balaídos, no mata. La herida no sangra, aunque la coraza quede ahora a un lado y se convierta en una cota de mallas. Que protege, pero no abriga tanto. Sonreír fuera queda bien; pero se echa de menos una sonrisa amplia como local. Balaídos es una casa con 20 puertas mala de guardar.
La puerta del pasillo
Quiso demostrar ayer la afición céltica que agradece a su equipo los méritos contraidos más allá del Padornelo. Para ello, repitió ese lumínico recibimiento al autobús del equipo que se estila desde la pasada campaña en ocasiones especiales y no tan especiales. Los seguidores célticos quieren que la permanencia deje de ser un objetivo para transformarse en un hecho. Y, a ser posible, quieren vivirlo en directo en su estadio.
La puerta de Oubiña
Tiene el capitán halo de villano Parte de la afición no le pasa ni una. Ni media, en algún caso vociferante. Los errores del resto de jugadores encuentran mucha mayor comprensión que los cometidos por el vigués, que sabe que el jurado no será en absoluto benigno con él cada vez que entre en contacto con el balón. En este momento, los aplausos se le escatiman y los reproches se le multiplican. Una fase. Triste, por cierto.
La puerta de Rafinha
Tiene el brasileño, por mérito propio, halo de héroe. Y de esa capacidad para generar emociones en el celtismo quiso valerse ayer para reactivar al equipo en el inicio de la segunda parte. Salió del vestuario el primero, esprintando hacia el centro del campo y provocando el aplauso de la grada, deseosa de disfrutar de su estrella tras dos partidos sin poder hacerlo. Lástima que el tirón anímico fuese breve en lo futbolístico.
La puerta del árbitro y el tiempo
Es complicado pedir paciencia a un estadio con 22.470 personas cuando su equipo va perdiendo. Y no porque la gente se volviese contra su equipo, sino porque lo hizo contra el irremediable paso del tiempo con alguna que otra leve recriminación hacia los suyos y, sobre todo, con un catálogo de protestas hacia el colegiado por permitir las continuas pérdidas de tiempo de los jugadores del Málaga, por otra parte más que lógicas dada su ventaja en el marcador y todavía más razonables cuando se quedó con un jugador menos.
La puerta de la confianza
Se fue parte del celtismo anoche de forma precipitada del estadio. Pero no se fue enfadado. Porque ayer llovió sobre secano. El equipo está demostrando la solidez suficiente como para que su afición mantenga la fe a pesar de que los suyos sólo les hayan brindado dos ocasiones esta temporada para salir del estadio victoriosos. Queda crédito. Mucho.
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