Un premio muy justo


Foto: Marta Grande
Augusto Fernández recibirá esta tarde el Premio Manuel de Castro, que celebra su tercera edición, y que acredita al argentino como el mejor jugador del Celta durante el año 2013. Lo ha logrado tras una votación en la que han participado sus propios compañeros, las peñas, periodistas y aficionados. Un premio justo por todo lo que engloba, y por la ventaja obtenida sobre el segundo clasificado, que pone de manifiesto el gran año que ha regalado Augusto a sí mismo y a la afición céltica. 

Y es meritorio lo logrado por este futbolista argentino que llegó a Vigo sin excesivas campanillas. A Augusto no se le fue a recibir a Peinador, y sus primeras semanas en Balaídos fueron duras. "Disgusto" Fernández le llegaron a llamar al centrocampista argentino, que el año pasado ocupó la posición número 15 en el Manuel de Castro correspondiente al 2002. La transformación de la percepción que la afición y la prensa tiene de él ha sido brutal en tan solo un año. 

El internacional argentino ha conseguido transformar aquellas críticas en alabanzas. Donde antes solo había defectos, ahora fluyen las virtudes. Su espectacular regularidad fue una de las notas más positivas del año. Uno puede tener dudas del rendimiento de ciertos futbolistas, pero tiene la certeza de que Augusto siempre dará el mismo. Pero la importancia de Augusto durante 2013 va mucho más allá del terreno estrictamente deportivo. La agónica salvación del Celta pasó, en gran medida, por sus goles, por sus asistencias, por su gambeteo, por su juego por la banda... pero también por esos intangibles que aporta en forma de motivación extra, tanto a sus compañeros como, sobre todo, a la grada. 

Él hizo creer a muchos que era posible un milagro que las estadísticas se empeñaban en dar por perdido. Sus declaraciones positivas, su espíritu ganador y sus ganas de superación seguramente ayudaron, y mucho, a que el equipo sacase fuerzas de flaqueza en las peores situaciones para revertir lo que parecía un descenso casi seguro a tan solo dos jornadas del final, y durante muchas fases del campeonato, especialmente en la recta final, cuando todos los equipos iban sacando sus partidos y el Celta, sin rumbo aparente, seguía hundiéndose en la tabla. 

La afición ha sabido reconocer sus méritos, ha tenido la memoria suficiente para premiarle por un año muy completo, y hoy podrá aplaudirle justo antes de empezar el partido, cuando reciba el Trofeo de manos de Manuel de Castro Jr, el hijo del precursor del Real Club Celta de Vigo. La historia recordará que en 2013 Augusto Fernández, un argentino amigo de gambetear por la banda o por el centro del campo, encandiló al celtismo, y que este, agradecido, quiso premiarle. La elección no podría haber sido más justa. 

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