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| Foto: Denis Doyle |
Ancelotti llegó a alejar a Cristiano Ronaldo de su banda izquierda en la segunda mitad. Por introducir al efervescente Jesé, pero también porque Hugo Mallo estaba asfixiando a su estrella. Pero éste, incluso en sus peores días, compite y encuentra una grieta en la defensa rival. Su venganza postrera, dos goles.
El marcaje de Mallo resultó impecable durante casi todo el partido. Delimitó su territorio en la primera acción, en un cuerpo a cuerpo que acabó con Cristiano Ronaldo sobre la valla de publicidad. El céltico le apretó en el juego estático. Le hizo sentir sus pasos si controlaba de espaldas. Replegó bien en las contras. Se sintió tan cómodo, bien apoyado en las coberturas de sus compañeros, que pisó incluso con fluidez el área contraria. Hugo siempre elige bien sus internadas. Sólo le sobró en la primera mitad un brazo sobre el portugués que concluyó con éste en el suelo, pidiendo penalti.
Cristiano estaba ansioso. Quería dedicarle un gol a Eusebio. Encarcelado por Mallo, apenas había dispuesto de ocasiones. Tras el descanso buscó pronto una vía libre, por la que no transitase su sombra gallega. La entrada de Jesé ya lo liberó totalmente de cualquier responsabilidad en banda. Masticaba su revancha. Y la inició con un bloqueo que impidó al marinense tapar a Jesé en su asistencia a Benzema.
El gol rompió la guerra de maniobras que el Celta dominaba hasta ese instante. El Real Madrid se soltó en el ida y vuelta, especialmente Cristiano, ahora con pradera para galopar por el centro en busca de los pases laterales de sus compañeros. Suyo fue el tanto de la sentencia, anticipándose dentro del área en el único desliz del canterano celeste.
Hugo prosigue ese crecimiento que ha despertado el interés del Inter de Milán. Superó la prueba futbolística y mental del Bernabéu, donde ayer pasado se rompió la rodilla. Cristiano será más feliz cuanto más lejos lo tenga. De pocos laterales en el mundo se puede decir lo mismo.
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