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Foto: Jorge Landín |
El Celta regresa el viernes a un estadio, el Nuevo Los Cármenes de Granada, grabado a fuego en la memoria reciente del celtismo. Allí, el 8 de junio de 2011, el equipo que por aquel entonces dirigía Paco Herrera cayó en la ronda inicial del play-off de ascenso a Primera División tras 210 intensos minutos decididos en una tanda de penaltis en la que Michu falló el lanzamiento que habría clasificado al conjunto celeste para la eliminatoria final y Catalá, segundos después, el que condenó definitivamente a los vigueses a jugar una campaña más (la quinta consecutiva) en Segunda División. Cinco futbolistas del Celta actual participaron en aquel encuentro. Tres lo hicieron defendiendo el mismo escudo que hoy en día –Álex López, Yoel y Hugo Mallo– y dos con la camiseta rojiblanca: el recién llegado Íñigo López y Fabián Orellana, autor del único gol del partido en el Nuevo Los Cármenes, con el que el Granada igualó el 1-0 obtenido por el Celta en la ida merced a un tanto de, precisamente, Michu.
Dos años y medio después, la semana comenzó en Vigo con Íñigo López como protagonista. El central riojano, un fijo en el eje de la zaga de aquel Granada dirigido por el gallego Fabri, fue presentado el lunes como nuevo futbolista del Celta. Aquí jugará hasta final de temporada cedido por el PAOK de Salónica griego, al que llegó el pasado verano después de tres años en el conjunto andaluz. 'Casualidades de la vida, vuelvo al fútbol español después de seis meses y justo el primer partido es en Granada', apunta el defensa de Logroño, que recuerda la intensidad de aquel partido en Los Cármenes. 'El Celta llevaba un resultado favorable gracias al 1-0 de Balaídos, con gol de Michu, pero nosotros sabíamos que en nuestro campo éramos fuertes, la afición apretaba mucho e iba a ser un partido a vida o muerte. Y así fue. Luego decidió la suerte, porque los penaltis son una lotería y la verdad es que tuvimos muchísima fortuna, porque si Michu llega a meter aquel penalti la historia habría sido otra y quién sabe dónde estaría cada uno ahora. Recuerdo mucha intensidad, mucha guerra, los dos peleamos bien por un objetivo importante y entonces el Granada se llevó el gato al agua', rememora el céltico.
Como resulta evidente, el duelo dejó mejor sabor de boca en el bando vencedor que en la plantilla celeste, en la cual sobreviven tres protagonistas de aquel encuentro –los mencionados Yoel, Álex López y Hugo Mallo– y otros dos jugadores que no tuvieron minutos aquel día: David Rodríguez, que estuvo en el banquillo, y Borja Oubiña, que vio el partido desde la grada. 'Creo que el recuerdo es bastante malo para todos los celtistas que estuvimos allí', asegura Álex. 'Personalmente, es el peor recuerdo que tengo de mi carrera por todo lo que significó. Estuvimos a punto de clasificarnos para la siguiente ronda y quedamos fuera por un penalti. El trabajo de un año y las ilusiones que teníamos todos, los jugadores, la afición y el club, de poder conseguir el ascenso aquel año se fueron al traste', añade el ferrolano.
Aquel partido, una tragedia para el celtismo, que había empezado a soñar con el regreso a la élite después de tres temporadas coqueteando con el descenso a Segunda B, encerró múltiples historias individuales. La venganza de Roberto, un ex céltico que no pudo debutar con el primer equipo celeste y marcó y paró los dos últimos penaltis de la tanda; las lágrimas de Bustos o López Garai, dos apasionados del fútbol que veían cómo se frustraba su salto a la élite después de dos carreras longevas (que hoy continúan en el Sporting) en Segunda, Segunda B e incluso Tercera; el doloroso adiós de Michu, que ya había decidido abandonar el Celta y meses más tarde inició el despegue definitivo de su carrera en el Rayo Vallecano; o el año del propio Álex López, que de la mano de Paco Herrera se convirtió en un fijo en el primer equipo del Celta pese a tener todavía dorsal del filial. 'Se mezclan un poco las sensaciones, porque fue mi primer año en el primer equipo a nivel profesional, tuve la oportunidad de jugar muchos partidos y muchos minutos y disputar el play-off y poder conseguir el ascenso habría sido el culmen a una gran temporada para mí. Pero al final no pudo ser, aunque lo conseguimos al año siguiente y por lo menos nos queda la satisfacción de haber alcanzado nuestro objetivo, aunque un año más tarde', relata.
Hoy, pese a tener sólo 26 años, el centrocampista ferrolano es ya uno de los veteranos de una plantilla a la que regresó Yoel tras pasar un año cedido en el Lugo. El vigués, hoy dueño de la portería del Celta, disputó aquella eliminatoria por la lesión del guardameta titular del equipo, Ismael Falcón. Su recuerdo, como el de Álex, no es bueno. 'Fue un partido bonito porque tanto un equipo como otro pudieron haber ganado, pero el recuerdo no puede ser bueno porque nos quedamos fuera del play-off', esgrime. 'Tanto el partido de casa como el de fuera fueron dos grandes encuentros entre los que yo creo que eran los dos grandes equipos de la categoría aquel año. Nosotros, aunque acabamos sextos, hicimos una gran campaña y creo que Granada y Celta eran los favoritos en el play-off', señala Yoel. Aquel día, el cancerbero vigués completó un gran partido. El único capaz de hacerle un gol en 120 minutos, durante los cuales el equipo andaluz tuvo fases de dominio apabullante, es hoy un buen amigo suyo: Orellana. 'El ambiente aquí es muy sano y el chileno siempre está riendo y puede hacer la típica bromilla', bromea Yoel al respecto.
Meses después de aquel gol, Orellana se convirtió en pieza clave del ascenso del Celta. Ahora, su ex compañero en el Granada Íñigo López espera contribuir a la permanencia del equipo vigués como entonces consiguió secar a Iago Aspas. 'Estaba Iago y también Michu, que fue titular en la vuelta. Dos jugadores complicados de marcar y que han demostrado lo buenos que son. De hecho, los dos están en Inglaterra, en una de las mejores ligas del mundo. Hubo mucha batalla, así es el fútbol, pero lo que sucede en el campo, se queda en el campo', sentencia el riojano, que el viernes puede debutar con el Celta en un estadio más desangelado que aquel fatídico día de junio de 2011. 'Por lo que me han comentado, este año ha bajado la asistencia, ya no es la misma olla a presión ni hay la misma ilusión que se generó entonces', asegura.
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