Una feliz mayoría de edad


Foto: LFP
Hace dieciocho años nacía Santiago Mina Lorenzo. Era un 7 de diciembre de 1995. El Celta se asentaba en la máxima categoría y Vigo recibía a un nuevo ciudadano, un niño que era hijo de Mina, defensa que defendió la elástica celeste a principios de los 80. Fueron tres temporadas. Las lesiones no le permitieron ser un fijo en el once céltico.

Dos décadas después el nombre de Santi Mina volvía al entorno celeste. Un delantero de las categorías inferiores pulverizada todos los registros. Era una de las nuevas perlas de la factoría de A Madroa. Sólo faltaba que su progresión se refrendase en la ciudad olívica y que no marchase la ciudad olívica como ocurrió con otras "perlas" como Joselu, Rodrigo o Denis Suárez.

En Juvenil Santi Mina ya era el líder de una generación que acabó por maravillar en la Copa de Campeones Juvenil. Esa goleada ante el Real Madrid, gran favorito, demostró que el Celta tiene un gran futuro. El título no se quedó en Vigo, pero Santi Mina fue reconocido como el mejor jugador del torneo.

Pocos meses después Santi Mina va convirtiéndose en una realidad. Ya es uno más en el primer equipo. Es un fijo en las convocatorias de Luis Enrique. El técnico asturiano decidió hacerle hoy su mejor regalo de cumpleaños. El ariete cumple dieciocho primaveras, un número clave en la vida de toda persona. Mina jugó de "nueve" puro, su demarcación natural. El hijo de aquel defensor que jugó con la Celeste hace treinta años agradeció la confianza con un tanto en el segundo período, su primer gol en Balaídos, un estadio que espera corear durante muchos años el nombre de Santi Mina.

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