Caída y resurrección de Fabián Orellana


Foto: José Lores
El primer triunfo en Balaídos del Celta este curso se ha revalorizado como consecuencia de los tropiezos de sus rivales directos. Los tres puntos ante el Almería le han servido a los célticos para escalar dos posiciones en la tabla -ahora es decimocuarto, con 15 puntos- y abrir un hueco de tres puntos sobre la zona de descenso.

Fabián Orellana ha regresado por fin al Celta. El atacante chileno reapareció por sorpresa el pasado sábado para poner fin ante el Almería a una persistente sequía de 536 minutos sin marcar en Balaídos y contribuir, de modo decisivo, a apuntalar la primera victoria celeste este curso en el estadio vigués. A Orellana, que no marcaba con el Celta desde el 23 de mayo de 2013 en la goleada en inferioridad al Xerez Deportivo que preludió el ascenso, se le esperaba en Balaídos desde hace demasiado tiempo y ha acabado por aparecer -así de imprevisible es el fútbol- cuando nadie esperaba ya nada de él.

La trayectoria de Orellana en el Celta ha estado salpicada de altibajos, grandes momentos seguidos de largos periodos insustanciales. El jugador de Santiago de Chile se ganó a pulso la admiración de la afición celeste por su determinante contribución al ascenso a Primera División hace dos temporadas, cuando el Granada lo descartó para Primera División y el Celta se hizo, casi sobre el cierre del mercado, con su cesión por una campaña.

A pesar de su carácter tímido y un tanto procilve a la depresión -sus compañeros de vestuario enseguida le apodaron Calimero por su acusada propensión a la introspección-, no le costó sin embargo encajar en el joven y entusiasta grupo que dirigía Paco Herrera. Trabó amistad con la chicos de la casa y no tardó en despejar favorablemente las dudas que había generado su contratación.

Solo un par de años antes el futbolista chileno se había estrellado con el Xerez en Primera División y, nada más desembarcar en Vigo, Herrera le invitó a que se preguntase por qué un futbolista de su condición técnica no había sido capaz de triunfar en el fútbol español. Orellana recogió el guante. A medida que se integraba en el grupo su rendimiento comenzó a crecer. Desarrolló una especial complicidad con Iago Aspas, quizá su amigo más próximo en el vestuario, y acabó por convertirse en uno de los pilares de un ascenso por el que el Celta llevaba esperando un lustro. Sus números con el cuadro celeste en Segunda son intachables: 14 goles en 37 partidos después de 2.729 minutos sobre el terreno de juego.

Aunque el Celta renunció por motivos económicos a ejercer la opción de compra que tenía sobre el jugador por tres millones de euros, trató de incorporarlo para su nuevo proyecto en Primera División, pero la gran temporada de Orellana no pasó inadvertida en el Granada, el club propietario de sus derechos, que incluso mejoró su contrato. Y la prometida presión que el jugador iba a ofrecer para quedarse en el Celta cayó finalmente en saco roto.

Las cosas sin embargo no le fueron bien a Orellana en el Granada, que no tardó en destituir a José Antonio Anquela, su principal valedor en el cuadro nazarí. Su fútbol se estancó de nuevo en Primera y el Granada, tras firmar a Buonanotte y a Nolito, le colgó en enero el cartel de transferible.

Tras una maratoniana negociación, sobre el límite del plazo del mercado, el Celta adquirió a Orellana en propiedad por 1,2 millones de euros después de que el jugador aceptase una rebaja salarial. El chileno firmó por cuatro años y se convirtió en el fichaje más caro de la era Mouriño, solo superado después por el de Nolito, este último verano.

Fabián Orellana fue presentado en Vigo a comienzos de febrero de 2013 como la solución a los problemas de gol del Celta, pero las altas expectativas generadas con su contratación enseguida se vieron defraudadas. Lejos de mejorar, el Celta no tardó en verse abocado a un situación límite y, en el filo de la navaja, con el viento de la clasificación en contra y la presión del descenso sobre la cabeza del equipo, Orellana desapareció de nuevo del mapa. Ni Paco Herrera ni posteriormente Abel Resino consiguieron sacarle ningún partido.

La llegada de Luis Enrique al banquillo celeste certificó su caída. El técnico asturiano le invitó a buscarse equipo y solo aceptó retenerlo en la plantilla cuando el club fue incapaz de encontrarle destino. Su participación en la vida competitiva del Celta fue testimonial -entró en las rotaciones de Getafe y jugó algunos minutos sueltos- hasta que el pasado sábado Luis Enrique decidió premiar su trabajo en los entrenamientos con una inesperada oportunidad. Y esta vez Orellana la ha cazado al vuelo. "Ha jugado como ha entrenado este último mes y cuando entrena así esperas que también lo haga en el partido", dijo el preparador céltico tras el encuentro. Orellana está de vuelta, resta por ver ahora si es para quedarse.

Julio Bernardo / Faro de Vigo

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