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Foto: Luis Tejido |
«Tengo que mejorar. Mejorar mucho para ayudar más a mi equipo». Esa frase, pronunciada por Luis Enrique poco después de que el partido contra Osasuna concluyese con empate amargo para el Celta, abre un nuevo giro en el discurso del entrenador, que tras el nefasto partido frente a los navarros, y como colofón a una semana para el olvido, se incluyó en el lote de lo mejorable. Un viraje hacia la autocrítica pendiente de plasmarse en hechos y no quedarse en el eco de un discurso en caliente tras un mal partido.
El once ante Osasuna
«Hoy no estoy contento con nada»
Si por algo se ha caracterizado Luis Enrique durante los meses que lleva en el Celta es por intentar restar trascendencia a las bajas y minimizar las complicaciones. Sin embargo, la derrota frente a los de Xavi Gracia acabó con el técnico asegurando que esperaba mucho más de los futbolistas de refresco y que no estaba satisfecho con varios titulares. «Hoy no estoy contento con nada», sintetizó tras asegurar que «espero mucho más de los jugadores que han salido del banquillo. No estoy contento con la actuación de ninguno de los que ha salido de suplente, y tampoco de muchos de los que fueron titulares». Dentro de ese descontento general también se incluyó: «Tampoco de mi planteamiento», aseguró.
Evolución
Un avance en entredicho
La resaca del partido frente a Osasuna dejó un solo punto en la cuenta del Celta y muchas dudas alrededor del juego del equipo. Dudas alimentadas en los dos anteriores encuentros y que a Luis Enrique no le quedó más remedio que reconocer. «Tenemos la idea de ir trabajando, sumando y mejorando cosas, y hay partidos en los que claramente no las vemos, y solo puedo afrontarlo con la responsabilidad propia que tengo y la trascendencia que tengo sobre el grupo», señaló. El equipo se comerá el turrón sumergido en un mar de obligaciones individuales y colectivas de mejoría. Muchos deberes para un equipo que a principios de curso apuntaba a una temporada más tranquila que la pasada, pero que no ha sido capaz de demostrar su mayor potencial sobre el césped. «Tengo que mejorar, mejorar mucho para ayudar más a mi equipo, porque si se siguen repitiendo errores defensivos como en los primeros veinte minutos, estamos claramente en una situación muy difícil», asumió Luis Enrique. «Me puedo flagelar más, pero tengo bastante energía para reventarme», añadió.
El contexto
Una semana para el olvido
El discurso más ácido de Luis Enrique se enmarca en una semana para el olvido que tocó a su fin con los 90 minutos del partido frente a Osasuna en los que los célticos ofrecieron una imagen más que pobre. Una defensa para el olvido y un ataque romo obligaron al técnico a cargar las tintas en su análisis, aunque los planteamientos y los diferentes onces alineados en Zorrilla, San Mamés y en Balaídos llevan claramente su sello. Porque si algo caracteriza al técnico asturiano, es su porfía a la hora de apostar por jugadores que ofrecen dudas sobre el terreno de juego, por mover las piezas más allá de las posiciones naturales, y por aferrarse a su ideario. Ese que frente a Osasuna, más que nunca, se tambaleó. «Hemos perdido bastantes oportunidades, sobre todo esta semana, para estar en una situación más holgada, pero hemos aventurado desde el inicio de Liga que esto va a ser difícil hasta el final», dijo el técnico retomando un discurso ya habitual, rozando la autocomplacencia.
El vestuario
«Más jodidos que los jugadores, seguro que nadie»
El entrenador del Celta insiste una y otra vez en que queda por delante un camino duro, y en ese recorrido apela a la afición. Tras el 0-1 ante Osasuna, agradeció el apoyo de la grada, más allá de los silbidos. «[Que le animen] es lo que necesita el equipo, no que le recriminen, porque más jodidos, y que se jueguen más que los jugadores, seguro que no hay nadie», zanjó Luis Enrique.
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