Toni, el boticario que sube la banda


Se crió jugando al fútbol en la farmacia de su madre y hoy estudia farmacia cuando el fútbol se lo permite. Botica y balón. Las dos pasiones de Toni Rodríguez, el lateral coruñés del Celta que vive su segunda temporada en Primera División.

«Como no tenía con quien quedarme, la solución más fácil era ir con mi madre a la farmacia. Como no tenía otra cosa más que la pelota en la cabeza me ponía a jugar tanto en la botica como en la zona de dispensación. Mi madre siempre me regañaba, pero las clientas ya me conocían», recuerda.

Toni fue creciendo y subiendo en el mundo del fútbol, pero nunca olvidó sus orígenes familiares. Tampoco dejó de lado los estudios en ningún momento. Algo no demasiado usual dentro del gremio. Por eso, alcanzada la Universidad, su primer objetivo fue matricularse en Farmacia, pero en Vigo no había esa carrera. Lo hizo en Química «con la esperanza de cambiar en un futuro».

Esa posibilidad llegó año y medio después y gracias al fútbol. Se fue cedido al Huesca, confirmó que en Zaragoza sí había facultad para futuros boticarios, y se matriculó allí. «Al principio compaginaba las dos carreras, pero ahora estoy centrado en Farmacia». En Química se quedó en tercero, el mismo curso que ahora le ocupa en su segunda pasión.

Salvo las jornadas de doble entrenamiento, Toni le dedica todos los días al estudio entre una y tres horas. Viajes y concentraciones incluidas. «Cada uno se entretiene como quiere. Yo empleo el tiempo libre en esto. Es mi forma de evadirme», indica. Con las nuevas tecnologías, aunque no puede asistir de un modo presencial a clase, está al día en materia y apuntes. Al final de curso asiste en directo a los exámenes. El año pasado se matriculó en seis asignaturas y las sacó todas. En Zaragoza también puede estar en las prácticas en el laboratorio. «Es lo que más me gusta», sentencia, aunque, reconoce, que no siempre las pócimas que ensaya tienen el resultado apetecido.

Toni no se considera una rara avis en un mundo tan peculiar. Tampoco cree que lo consideren así. «Algunos compañeros cuando me veían leyendo algo raro me preguntaban que me traía entre manos, ahora lo saben y de vez en cuando me preguntan cómo va todo».

El lateral, de 23 años, no tiene prisa por acabar la carrera, le da igual el tiempo, pero cuando los días de fútbol toquen a su fin no descarta volver a la farmacia familiar. Y no para pegar patadas a un balón precisamente.

¿Qué le recetaría al Celta? «Ahora, después de dos victorias la medicina no tiene que ser tan agresiva», comenta el estudiante de Farmacia, que asegura que jamás se ha auto recetado nada. Tampoco cree que le deba suministrar al equipo un tranquilizante de cara al partido del sábado para ganar al fin en Balaídos: «Porque hemos jugado bien y con buenas sensaciones en casa, pero no hemos sido capaces de traducirlas en puntos».

Eso sí, confiesa que cuando el doctor o el fisiólogo le explican algo saca el alma de boticario que lleva dentro: «Me pica la curiosidad y comienzo a preguntar». Tampoco deja un prospecto sin leer.

Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia

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