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Foto: Jesús de Arcos |
Para la causa, Luis
Enrique recupera a su capitán. Borja Oubiña, ausente en Anoeta, será de la
partida tras superar la lesión sufrida en el último encuentro ante el Rayo
Vallecano. La mala noticia aparece unos metros más atrás, con la ausencia por
sanción de un Andreu Fontás que se había erigido en líder la defensa. Una
retaguardia en la que en principio no habrá cambios respecto al encuentro de
San Sebastián, esto es, Hugo Mallo, Cabral, Aurtenetxe y Jony. La única
posibilidad, la entrada de David Costas en el central izquierdo, lo que en caso
de producirse desplazaría a Aurtenetxe al lateral izquierdo.
El resto, todo
igual. Yoel en portería. Por delante de Oubiña, Álex López y Augusto Fernández.
Rafinha, bigoleador el pasado sábado, se ha ganado repetir en Balaídos. El hijo
de Mazinho formará delantera con Nolito y Charles, inamovibles para Luis
Enrique.
En el Almería, el
correctivo recibido ante el Real Madrid no varía los planes. Los de Francisco,
muertos hace apenas un mes, han resucitado tras tres triunfos consecutivos. Su
intención es prolongar su buena racha en Balaídos, habitual coto de caza para
todos sus visitantes. Deberá hacerlo sin Rodri, su máximo goleador, quien se ha
quedado en tierras andaluzas por lesión. Lo lógico sería que su ausencia fuese
cubierta por el ex-céltico Óscar Díaz, si bien Fransico puede optar por situar
al experimentado Soriano en ataque junto a Suso y Aleix Vidal.
De esta manera, los
rojiblancos saltarían al terreno de juego con Estaban, otro ex-céltico, en
portería, y su habitual defensa de cinco compuesta por Nelson, Torsiglieri,
Trujillo, Marcelo Silva y Dubarbier. Verza y Ramón Azzez ocuparían el doble
pivote en el centro del campo, justo por detrás de una línea de tres atacantes
formada por Suso, Aleix Vidal y Soriano.
Ayza Gámez, del
comité valenciano, será el encargado de impartir justicia en un choque por la
salvación. Los almerienses, en descenso, llegan sin embargo con menos presión
que los vigueses. Puntuar en Balaídos, algo factible visto lo visto hasta
ahora, sería un gran botín que llevarse de regreso a Almería. Los vigueses, en
cambio, convivirán con la presión del que no ha sido capaz de ganar todavía en
su feudo tras más de tres meses de competición. El estadio celeste se ha
convertido en una hemorragia demasiado profunda para un equipo que apunta
buenas maneras pero no termina de arrancar. Una hemorragia que, sea como sea,
debe detenerse ante el Almería. Equipo y afición parecen concienciados. A la octava
tiene que ir la vencida, a la octava tienen que llegar los ansiados tres.
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