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Foto: EFE |
«A la octava fue la vencida». Esa es la frase que Celta y celtistas esperan pronunciar el próximo sábado cuando Ayza Gámez pite el final del partido frente al Almería, la primera de las tres finales que esperan al equipo antes de Navidad. Los célticos todavía no han sido capaces de celebrar una victoria en casa, y con noviembre languideciendo, no pueden permitirse el lujo de hacerlo por octava vez.
Todas las esperanzas están depositadas en lograr la primera victoria en casa a la octava oportunidad, siguiendo el ejemplo del Zaragoza de la temporada 96/97, que coreó el primer triunfo en La Romareda el 1 de diciembre del 96 tras siete intentonas frustradas. Aquel Zaragoza, que comenzó con Víctor Fernández, siguió con Víctor Espárrago y acabó con Luis Costa en el banquillo, señala el camino a este Celta. El camino hacia la primera victoria en casa en el octavo intento.
Fue el Oviedo, que aquel curso se salvó del descenso por tan solo un triunfo de distancia, la primera víctima de La Romareda. Llegó al estadio maño decidido a prolongar la mala racha como locales de los de Espárrago, que había tomado las riendas del equipo tres jornadas antes, pero se topó de bruces con un gol de Poyet en el minuto 34 que no consiguió remontar. «El gol de Poyet fue en una jugada medio extraña, pero nos permitió estar más tranquilos y disfrutar de tener la ventaja de ir ganando. Esa ventaja nos dio tranquilidad y pudimos sacar el resultado tirando de más experiencia que de fútbol», recuerda Xavi Aguado, uno de los integrantes de aquel Zaragoza. El ex jugador tiene muy presente aquella racha de siete derrotas consecutivas. «Sentíamos mucha impotencia. Había partidos en los que el equipo merecía ganar, como en el famoso partido contra el Barcelona de la jugada de Rafa Guerrero», pero la victoria en casa no llegaba, «y cuando los equipos entran en dinámicas negativas, es difícil abstraerse». Además, Aguado no oculta que «el efecto mental es clave en este deporte, y después de las derrotas salías con miedo, y eso te penalizaba a la hora de jugar como local».
Al igual que al Celta de Luis Enrique, a aquel Zaragoza -que había empatado cuatro encuentros en casa- se le atragantaba su propio campo sin encontrar explicación alguna. En la primera jornada de Liga, ante el Logroñés, había visto cómo los riojanos les empataban 2-2 en el minuto 85, y el Betis, en su séptimo intento en casa, había firmado tablas cuando ya se oteaba el final del partido.
Sin embargo, ante el Oviedo los maños consiguieron aguantar el 1-0. «Hay momentos, sobre todo a este nivel, en los que la experiencia te hace ganar partidos. A lo mejor antes se nos escapaban por pequeños detalles como esa falta de experiencia». El Celta intentará que el sábado los detalles no se le escapen.
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