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Foto: LOF |
El Celta ha cambiado de traje de un año para otro. Si en la pasada temporada el comportamiento y los resultados del equipo a domicilio constituían el principal talón de Aquiles, el problema parece subsanado con Luis Enrique, que ha convertido a su equipo en uno de los visitantes más temibles, sumando ya a estas alturas las mismas victorias que consiguió en la 2012-2013, cuando logró al final diez puntos gracias a tres triunfos y un empate.
El Celta se instala en la felicidad tras su meritoria victoria en el Sánchez Pizjuán gracias a un gol de Álex López, un triunfo que aleja a los célticos de la zona baja en tres puntos y que no hace más que remarcar un cambio de tendencia que se ha producido en el equipo respecto a la pasada temporada. Con el de Sevilla, son ya tres los triunfos que el cuadro olívico ha conseguido a domicilio (ha ganado también al Betis y al Málaga), tantos como los que logró en toda la 2012-2013, cuando el botín conseguido lejos de Vigo se quedó en unos pobres diez puntos, convirtiéndose en uno de los grandes lastres durante toda la temporada en la lucha por la permanencia. Hasta el momento, en el vigente campeonato suma nueve.
Es, sin duda, uno de los grandes méritos de Luis Enrique, que ha dotado a su equipo de una misma personalidad tanto para los partidos en Balaídos como los que disputa a domicilio, consiguiendo un equipo afilado, ordenado y sin miedo a buscar la portería contraria. Esto se notó ya en el primer encuentro que los vigueses disputaron lejos de Balaídos, en la segunda jornada ante el Betis, cuando tras soportar el asedio local en los primeros cuarenta y cinco minutos gracias a Yoel, se desataron en el segundo tiempo con los goles de Charles y Nolito para certificar el triunfo (1-2).
Un partido y premio, a diferencia del año pasado, cuando la primera victoria fuera se resistió hasta la jornada 13, en el séptimo partido como visitante, gracias a un solitario tanto de Iago Aspas en la Romareda. Tras esa alegría, el Celta volvería a encallar, y no sería hasta el primer partido de la segunda vuelta, en Málaga, cuando volvería a sumar a domicilio gracias a un empate a un gol. Ya en el tramo final de Liga, con el agua al cuello, el equipo dirigido ya por Abel Resino sumaría seis puntos más gracias al asalto al campo del Levante, y al del Valladolid en la penúltima jornada.
Este año, la sonrisa no se ha resistido tanto. Pese a la mala racha que asoló a los de Luis Enrique desde el triunfo en el Benito Villamarín, con siete encuentros sin conocer la victoria, los vigueses han resuelto favorablemente sus dos últimos partidos con la condición de foráneo, primero en Málaga con goleada incluida y posteriormente con el triunfo del sábado ante el Sevilla de Unai Emery.
Los nueve puntos conseguidos en sus seis desplazamientos han convertido al Celta en el sexto mejor visitante de la Liga, por detrás de Barcelona, Atlético de Madrid, Real Madrid, Granada y Levante, registro que ha mitigado su mal comienzo como local, la asignatura pendiente de los olívicos en este inicio de temporada y que no le ha permitido despegar definitivamente en la clasificación.
Pablo Galán / Faro de Vigo
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