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Foto: Marta Grande |
La llegada de Luis Enrique se tradujo en un cambio de sistema que le ha afectado de forma directa. Jugador ofensivo, el danés acostumbraba a jugar en banda, donde deslumbró por momentos en su primer año en Vigo. Desde que el técnico asturiano tomó las riendas del equipo, se ha visto relegado a una posición más retrasada. Su ubicación habitual está ahora en el centro del campo, como parte de un trivote que ha sufrido frecuentes cambios de nombres y en el que tampoco el internacional se ha hecho con un puesto fijo.
Krohn-Dehli pareció ganarse la confianza de Luis Enrique en pretemporada y debutó como titular, firmando ante el Espanyol un choque en el que dio las dos asistencias de gol y fue de los mejores. Mucho más gris resultó su actuación ante el Betis, lo que, sumado a la puesta a punto de Rafinha -con problemas físicos en los primeros compases del campeonato liguero-, le relegó al banquillo en la tercera jornada en beneficio del futbolista cedido por el Barcelona.
A partir de ahí, una elongación en un abductor le dejó fuera de juego para el encuentro ante el Athletic y, ya repuesto, volvió al banquillo de Balaídos frente al Villarreal, ante el que no logró aportar demasiado en los minutos de los que dispuso.
La revolución de Getafe le devolvió al once en el que se convertía en su tercer partido como titular. Pero el danés no se salvó de la quema, mostrándose tremendamente impreciso y muy lejano de su mejor nivel, contagiado de la paupérrima imagen que ofreció el colectivo.
La cosa cambió en el choque del domingo ante el Elche. Krohn saltó al terreno de juego a falta de poco más de veinte minutos y, con Mina, dio otro aire al equipo, convirtiéndose ambos en el revulsivo desde el banquillo que tanto viene necesitando el Celta. En una muestra de su mejor versión, le volvió a faltar el gol, con el que parece estar peleado, aunque puso buenos centros y consiguió destacar. Sacó la falta que Mina cabecea a la red, gol mal anulado.
Tras siete jornadas, el rendimiento del danés sigue siendo una incógnita en cada partido. Casi tanto como la apuesta de Luis Enrique para cada once.
Miriam Vázquez Fraga / La Voz de Galicia
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