"Si Diego Costa marca en la final ante Brasil no puede volver a al país". La sentencia la pronuncia en el diario Marca Henrique Guedes Dasilva, Catanha, un viejo conocido del Celta y la selección española que no hace mucho experimentó una situación parecida a la que puede vivir el próximo verano el delantero brasileño del Atlético de Madrid.
Catanha pertenece a la reducida nómina de brasileños con ciudadanía española que han defendido en el pasado los colores de La Roja. Antes que él estuvo el incombustible Donato Gama da Silva, quien, como Costa, llegó a disputar un encuentro amistoso con Brasil y participó, de la mano de Javier Clemente, en la Eurocopa de 1996 en Inglaterra; y después de él Marcos Senna, titular con Luis Aragonés en el equipo que conquistó la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008.
El recorrido de Catanha con España fue breve. José Antonio Camacho le hizo debutar el 7 de octubre de 2000 en el Santiago Bernabéu ante Israel en un partido de clasificación para el Mundial de Corea y Japón que el combinado nacional ganó por 2-0 con dos goles de Gaizka Mendieta. El Cangrejo disputó 20 minutos en sustitución de Ismael Urzaiz y no tuvo su mejor tarde, pues falló un gol a puerta vacía. Aquel clamoroso error no menguó su ilusión por su estreno con el equipo nacional. "Ha sido el día más feliz de mi vida. Estaba deseando poder jugar con la selección y todo fue como un sueño porque salió tal y como lo había pensado estos días", declaró Catanha a este diario tras su debut. Tal proclamación de amor patrio no sirvió, sin embargo, al ex internacional céltico para cumplir su sueño de participar en un Mundial. Camacho lo convoco en un par de ocasiones más (ante Austria y Holanda) pero no volvió a pisar ya el césped con la zamarra roja y el ex seleccionador prescindió de él en la lista definitiva que se llevó a extremo oriente. Pese a ello, Catanha dio todavía grandes momentos al Celta, que lo había fichado esa misma campaña por un montante récord de 2.300 millones de pesetas.
En Balaídos no volvió a repetir los 24 goles marcados con el Málaga el curso anterior pero firmó 33 en sus dos primeras campañas como celeste y los 17 anotados en el segundo año resultaron decisivos para que el Celta lograse su única clasificación para la Liga de Campeones.
El curso siguiente los problemas de pubis mermaron notablemente su rendimiento y su negativa a operarse precipitó su marcha del Celta, cedido al Kirilia Sovietov Samara, donde vivió una experiencia terrible (no le pagaban, se negó a entrenar y tuvo que salir por piernas sin cobrar después de que el club ruso enviase unos matones a su domicilio para apretarle las tuercas). De regreso a España, tras un brevísimo paso por Os Belenenses, su primer club en Europa, y el Atlético Mineiro, en Brasil, firmó por el Linares, de Segunda B, donde militó tres años, de 2005 a 2008, como gran estrella y acabó sus días futbolísticos en el Estepona (en el que hoy día juega su hijo Pedro), donde fue decisivo para el ascenso del equipo malagueño de Tercera a Segunda B.
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