Ambiente de gala que no se vio recompensado el que se vivió en una de las citas más esperadas del calendario y que, a pesar del intempestivo horario, congregó a casi treinta mil personas en el estadio de Balaídos, prácticamente lleno y creando una atmósfera envidiable. Había ganas de fútbol en Vigo tras la exhibición en La Rosaleda y se notó ya en la previa del choque, con una emocionante interpretación "a capella" del himno que retumbó en toda la zona y que avisaba al Barcelona de que no lo tendría sencillo para mantener su racha victoriosa.
Como no podía ser de otra manera, el sonido de la fiel afición céltica fue el que se impuso sobre algún que otro aficionado barcelonista que se dejó oír, sobre todo, minutos antes de que comenzara el encuentro, con saludos a Iniesta y especialmente a un hombre que pasó en Vigo gran parte de su carrera deportiva, José Manuel Pinto, que fue ovacionado cundo salió a calentar junto a Víctor Valdés, momento también en que un joven aficionado saltó al césped para saludar a Neymar. Otro saltaría al final del choque para charlar con Messi.
Desde el pitido inicial de Fernández Borbalán se hizo sentir la grada de Balaídos, intentando dar ese empujón al equipo vigués. Sin embargo, el gol de Alexis tras el fallo de Cabral enfrió algo los ánimos del celtismo, que no tardaría en volver a encenderse y ofrecer ese aliento incondicional, motivado también por el coraje de los jugadores para intentar sobreponerse a la temprana adversidad. Llegaron los mejores minutos del equipo vigués en la primera mitad y el público buscó también la presión sobre el colegiado por el diferente criterio a la hora de señalar faltas a uno u otro conjunto.
Con el tanto anulado a Nolito y alguna otra pérdida de tiempo por parte del Barcelona, la grada de Balaídos mostraba su cabreo e indignación, subiendo también el termómetro con los intentos de Rafinha, Álex López y Charles, que hacían a la afición venirse arriba.
Sin embargo, todo se vino abajo en diez minutos con los dos goles de Cesc Fábregas, que fue recriminado por un sector de la grada de Río por su celebración en el primero, nada más comenzar la segunda parte, un jarro de agua fría que ponía muy cuesta arriba sacar algo positivo pero que no desanimó a una afición que sabe que la verdadera guerra está en otros partidos y que el equipo necesita ese aliento incondicional que siempre ha tenido en las últimas temporadas y que, como el año pasado, será fundamental para lograr la permanencia en Primera División. La comunión continúa.
Pablo Galán / Faro de Vigo
0 comments:
Publicar un comentario