Rebeldes sin títulos


Aunque ahora parezca lejano, hubo un tiempo en que Real Madrid y Barcelona no llegaban al centenar de puntos todos los años. Un puñados de equipos competían con ellos, y aunque los grandes solían ser los que se llevaban el gato al agua, algún modesto solía incomodar a los trasatlánticos del fútbol español. Entre estos clubes rebeldes podemos contabilizar a Villarreal y Celta, dos equipos habitualmente secundarios, que un buen día decidieron subirse a las barbas de los grandes y plantarles caras. Y ambos equipos tienen mucho más en común de lo que pueda parecer, ya que lo hicieron portando el estandarte del buen fútbol como bandera identificativa, rasgo que aún hoy mantinen como sello claramente diferenciador. 

Pero además de eso, su rebeldía, a diferencia de la de otros equipos, se saldó sin un título que llevarse a la boca, más allá de alguna gloria veraniega europea. El Celta rozó la Copa del Rey en dos ocasiones, pero se quedó con la miel en los labios con el Zaragoza como verdugo en ambas ocasiones. También alcanzó las semifinales en alguna ocasión y sus participaciones en UEFA fueron destacadas, pero le faltó dar el salto definitivo para alcanzar el peldaño más alto que le diese ese título con el que la afición soñó y creyó por el juego desarrollado. 

El conjunto castellonense, por su parte, alcanzó un subcampeonato de Liga, compitiendo hasta las últimas jornadas con el Real Madrid, y logró llegar a las semifinales de la Champions, teniendo la final a tiro de piedra, solo seperado de ella por un penalty marrado por Riquelme cuando ya se celebraba una gesta que no tendría precedentes para un equipo que, a diferencia del Celta, no tenía a sus espaldas el peso histórico que tiene el Celta, que contabiliza 48 temporadas en Primera División por las 14 de los villarrealenses. Dos formas de llegar al éxito muy parecidas, que recibieron elogios a la par, y que se quedaron sin el premio. Dos rebeldes sin premio, que tuvieron que purgar en Segunda División sus penas, ya que el conjunto amarillo descendió hace poco de un año para recuperar la categoría el pasado mes de junio. 

Hoy se vuelven a ver las caras, y lo hacen como dos equipos rejuvenecidos que buscan reverdecer laureles, con humildad y olvidando aquellos aires de grandeza que pusieron en jaque, en cierto modo, su existencia como entidad deportiva. Lo que está garantizado es el espectáculo, puesto que ambos siempre se han preocupado por mantener una identidad en la que prevalece el gusto por el buen trato al balón y el espectáculo. Disfrutemos de ello. 

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