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M. MORALEJO |
El Celta salió vivo de su encontronazo con el submarino
amarillo. Indulto castellonense o responsabilidad de un decisivo Yoel, lo
cierto es que el Villarreal perdonó la vida a un equipo romo en ataque e
inseguro atrás. En el peor encuentro de lo que va de temporada, los celestes
sufrieron de lo lindo para arrancar un punto que sabe a gloria, un punto que
quizás la temporada pasada hubiera volado lejos del viejo Balaídos.
Y es que en todo
momento, los de Luis Enrique jugaron el partido que interesó a los de Marcelino
García Toral, un conjunto venido de Segunda pero con futbolistas de Primera.
Los 90 minutos bordearon lo soporífero y cualquier atisbo de peligro rondaba
siempre la portería céltica. Pereira, extramotivado cada vez que pisa Balaídos,
fue el principal quebradero de cabeza. Disfrutó con la libertad de Cani, poco
vigilado por el mediocampo vigués, y del buen hacer de Trigueros, el mejor
sobre el verde. Fontás, adelantado al pivote en detrimento de Oubiña, se vio
superado en su soledad. La incapacidad defensiva de Rafinha y Álex López y su
ofuscamiento ofensivo limitaron el juego
celeste en favor del amarillo.
La falta de fútbol
la sufrieron Santi Mina y Charles, absolutamente desaparecidos. El canterano,
principal novedad en el once, disputó su primer partido como titular pero
apenas pudo participar. Necesita tiempo y encuentros más brillantes colectivamente
que el de hoy. Los tendrá, pues si algo ha demostrado Luis Enrique son agallas
para apostar por los chavales. Sentar a un tipo de 2’5 millones para situar en
su lugar a un niño de 17 años es algo que supera incluso las osadías de Eusebio. Benditas osadías, por
otra parte. Costas, cada día más asentado, es el mejor ejemplo. El de Chapela
aprende a ritmo de vértigo con arduos exámenes como los de Aduriz y Pereira.
Sufre, pero se curte sin perder el aplomo.
Sin el picante
ofensivo de otras veces y los problemas de siempre atrás, quedaba encomendarse
a Yoel para amarrar el empate. Y el de Coia cumplió. Con permiso de Charles, el
canterano está siendo el futbolista más determinante en este inicio de la
competición. Gran parte de 4 de los 6 puntos de los que goza el Celta en la
actualidad se explican a través de sus guantes. Sobrevivió al bombardeo del
Villamarín y rechazo los proyectiles del submarino a su paso por el Atlántico.
Está de dulce y en apenas cinco partidos ha terminado con el debate de la
portería. Nadie exige a Sergio ni reclama a Rubén Blanco. Se ha ganado el
puesto con total justicia.
Amainado el temporal amarillo llegan dos
encuentros en los que la victoria no se debe negociar. Getafe y Elche probarán la
evolución de un Celta que quiere vivir en el centro de la tabla. El salto de
calidad se intuye, pero todavía no se ha transformado en resultados. Es hora de
hacerlo en la visita a un equipo en horas bajas y ante la llegada a Balaídos de
un recién ascendido de menor potencial que el Villarreal. Luis Enrique sigue
probando combinaciones para encontrar su cóctel perfecto. Ayer falló la base y
también el adorno, pero la mezcla resultó digerible. Ante azules y
franjiverdes, el sabor debe dejar por fin un regusto dulce en el paladar de la
parroquia celeste, tanto en el verde como en el electrónico. El calendario lo
va exigiendo.
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