Nunca lo reconocerá, y en la rueda de prensa posterior al partido aseguró que lo volvería a hacer, pero parece evidente que a Luis Enrique se le fue la mano con las rotaciones. Es normal y entendible que la obligación de un entrenador es tener a sus jugadores en alerta, en forma y que es bueno saber que las temporadas son largas y que hay que mantener el tono de forma para evitar que el equipo se desmorone en el mes de febrero como sucedió el año pasado. Todos hemos aceptado que las rotaciones son necesarias, pero una cosa es rotar y otra es variar completamente el equipo como si de una eliminatoria copera ante un equipo de inferior (o superior) categoría se tratase.
Es decir, dicho de otra manera. Si el partido de ayer fuese la ida de una eliminatoria de Copa, la conclusión que haríamos hoy no sería que Luis Enrique quiso probar cosas nuevas o mantener frescos a los jugadores de cara al domingo, sino que había tirado la Copa por ser una competición que no le interesaba, que le estorbaba en el calendario, y que por ello había ido a Getafe con los suplentes. Cubrir el expediente, evitar lesionados entre los titulares. Lo habitual. Este tipo de tópicos suelen inundar las crónicas en las primeras rondas del torneo del K.O.
El problema es que ayer no era un partido de Copa, era un partido de Liga, y entendemos que Luis Enrique no tenía ninguna intención de tirar esa competición ni ese partido. Simplemente apostó por ese once con la intención de salir a Getafe a ganar el partido convencido de que el potencial de su plantilla era superior al que en realidad es. O al menos al que ayer mostraron futbolistas que debían aprovechar esa oportunidad para reivindicarse y mostrar a su entrenador que eran merecedores de más minutos. El tiempo, y su actuación sobre el terreno de juego, ha venido a darle la razón a Luis Enrique, pero entendemos que tal vez no era necesario demostrarlo de forma tan evidente y, sobre todo, tan sangrante para el equipo.
A estas alturas de la competición, y especialmente en esta primera fase de la competición, donde el calendario es bastante benigno a causa de los parones por los partidos de las selecciones, tal vez no era imprescindible realizar unas rotaciones tan brutales. El resto de entrenadores de la categoría así lo entendieron. Dieron descanso a alguno de sus jugadores, pero no en tropel a todo el bloque de titulares. Ayer, la columna vertebral del equipo, salvo Rafinha, observaba desde el banquillo, como sus compañeros se desangraban sobre el campo. No fue una feliz idea. Eso sí, los titulares llegarán frescos para medirse al Elche. Al menos tendremos esa ventaja.
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