La apatía regala un partido barato


Foto: Juan Aguado

Patética, lamentable, injustificable, bochornosa actuación del Celta en Getafe. En un partido malo hasta rabiar, de los que cuesta encontrar precedentes más allá del encuentro del pasado año en el mismo escenario o de la dolorosa derrota en Riazor tras la expulsión de Aspas, los de Luis Enrique entregaron un choque que en todo momento pareció factible por la entidad del rival, pero en el que nadie quiso creer. Es sin duda la peor sensación de la noche, la del poder y no querer, la de que los celestes regalaron 3 puntos baratos como pocos habrá a lo largo de la temporada por desgana y falta de fe. El Getafe, sin nada en su haber más que la habilidad a balón parado de Pedro León, doblegó con holgura a un equipo que entregó la toalla sin apenas disputar el combate. Negados, apáticos y rendidos, los vigueses fueron una caricatura del equipo competitivo y agresivo de jornadas anteriores.
   
Desde el principio, las cosas no salieron como se esperaba. La alineación fue una sorpresa para todos. Se intuían rotaciones y hubo una revolución. Luis Enrique quiso dar descanso a algunos y repartir oportunidades a otros. Extrañó ver a David en punta y a Mina en el banquillo al lado de Charles. Preocupó la elección de Bellvís en el lateral derecho por encima de un Jonny que tampoco quitó la razón a su técnico cuando entró por la lesión de su compañero. Funcionar, no funcionó nada. Ni Madinda, desaparecido en un centro del campo en el que sólo cumplió Oubiña, ni Cabral, con un error en el marcaje que costó el primer gol, ni Aurtenetxe, de vuelta al lateral pero sin mejorar a Toni.
   
Especialmente preocupante fue lo de Orellana, quien continúa cavando su tumba poco a poco. Llegó en febrero como salvador del equipo y desde entonces no ha tenido una actuación aceptable. Luis Enrique lo descartó en verano, pero la ausencia de refuerzos y la decisión del chileno de seguir en Vigo lo mantuvo en plantilla. Tres partidos ha tenido desde entonces, el de ayer de inicio a fin, y su rendimiento ha sido tan pobre como viene siendo habitual. Su bajo nivel ya no es una sorpresa.
   
Como tampoco empieza a serlo el de Krohn-Dehli. Al danés nadie le niega su talento y calidad, pero se le debe exigir cierta regularidad. Así regala un partido majestuoso, como protagoniza seis muy malos. La jornada inaugural ante el Espanyol fue su mejor actuación en lo que va de 2013, año en el que no ha sido el jugador determinante de sus primeros meses en España. Tiene que mejorar, empezando por cambiar esa apatía que desprende por momentos. El Celta lo necesita.
   
Nada más empezar la segunda mitad, lo que el Celta necesitaba era una reacción desde el banquillo, y no se produjo. Incomprensiblemente, Luis Enrique dejó morir el partido con dos cambios propios de un encuentro con otro resultado, hombre por hombre, retirando calidad y reservando gol. Tardó demasiado en introducir a un Santi Mina que fue de los pocos que lo intentó y encima lo hizo por un Rafinha que por muy apagado que esté siempre es peligroso. Más lento aún fue para el tercer cambio, el que debía estar reservado para Charles y que terminó por ser para Álex López. Incomprensible que Orellana y David, desaparecidos, terminasen el choque sobre el césped.

Consumado el desastre, queda confiar en que una barbarie así no vuelva a repetirse. La clasificación sigue concediendo tranquilidad, por mucho que las alarmas de los más impacientes ya estén encendidas. El año pasado, el mejor Celta de Herrera, el de aquel principio esperanzador, tenía 6 puntos en la sexta jornada. Éste, cargado de dudas tras un par de partidos malos, acumula el mismo bagaje en otros tantos encuentros. Quizás las expectativas estaban demasiado altas para algunos celtistas que hoy se levantan decepcionados. Mejor chocar con la realidad pronto y convencerse de que el único objetivo es no acabar en el vagón de cola. Ganar al Elche en Balaídos puede ser el extintor que apague la llama de la duda.   

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