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XOÁN CARLOS GIL |
No hay deporte más inexplicable que el fútbol. Las leyes de
la lógica no encuentran cabida en juego tan vibrante como impredecible. Sólo
así se explica el inicio liguero del Celta. Tres partidos y dos empates que
estropearon victorias, endulzados con un triunfo que debió ser derrota. Desde el
pasado domingo en el Villamarín, cuando la fortuna eligió el celeste y
despreció al verdiblanco, la sensación general era la de que había una deuda
que saldar. El desnivel provocado por un botín superior a los méritos pululaba
en el ambiente, esperando a equilibrar el balance. La realidad lo ha invertido.
Cual cobrador del
frac, el fútbol acudió presto a cobrar
su débito. En un partido de un solo color, hurtó los 3 puntos a un Celta que
regaló sus mejores minutos de fútbol en mucho tiempo. El Granada, tan efectivo
como decepcionante, fue durante gran parte del encuentro una marioneta en manos
de los de Luis Enrique. Con Álex López como titiritero principal, los locales
asediaron con menor éxito del merecido la portería del siempre polémico
Roberto. No hubo suerte. Se fallaron de todas las clases y maneras y se recibió
en la única aproximación rival. Otro día entrarán.
Lo importante es
que el dibujo de Luis Enrique va cogiendo forma. El Celta sabe a lo que juega y
lo pone en práctica con mayor precisión de la esperada a estas alturas de la
temporada. Ofensivamente es un equipo muy interesante, agresivo, pausado cuando
el juego requiere paciencia y vertical cuando demanda velocidad. Rafinha, Álex
López o Krohn-Dehli aportan el desequilibrio por dentro. Augusto, Nolito y los
laterales, por fuera. Todos, o casi todos, acompañan a Charles cuando la pelota
ronda el área. Aprietan la pérdida en campo rival y embotellan al adversario.
Si encima el oponente regala la pelota, caso del Granada, la labor defensiva se
simplifica mucho más. El Celta no sufre defendiendo con el balón.
Lo pasa peor cuando
el cansancio aprieta. Entonces Luis Enrique mira al banquillo y apenas
encuentra soluciones. Madinda y Rafinha o Krohn-Dehli han sido la opción más
recurrente para oxigenar el centro del campo. Pero es que arriba, las
alternativas son todavía menores. Augusto y Nolito no tienen recambio con
Orellana descartado y Santi Mina lesionado. David Rodríguez, simplemente,
pierde por goleada la comparación con Charles. Tras el empate del Granada, al
Celta le faltó fondo de armario para recuperar la ventaja perdida. Quedan dos
días de mercado y al menos un fichaje se antoja obligatorio. Sería un grave
error no hacerlo. El traje es bonito, pero ante cualquier mancha carece de
repuesto.
El balance de
situación ante el parón liguero es de 5 puntos de 9 posibles, aunque quizás la
pelota se haya dejado uno olvidado en Balaídos. El pasivo de la semana pasada será
activo en las dos próximas. Lo bueno es que el equipo sigue invicto, parece
haber recuperado la versión más brillante de un futbolista brillante –Álex López-,
ha sabido vivir sin Oubiña gracias al rigor de Fontás y ha descubierto a la penúltima perla de una
factoria que no deja de exportar talento. David Costas, en su estreno oficial
en Balaídos, deslumbró por su tranquilidad, su colocación y su exquisito manejo
de balón. Él y otros más son el futuro de un equipo con un presente rico en
fútbol, pero acreedor en puntos. Lo bueno es que este maravilloso juego, aunque
tremendamente injusto en el día a día, suele regalar justicia en el largo
plazo.
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