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EFE |
El Celta de Luis Enrique echó a andar con una película ya
vista otras veces. Guión exquisito y escenas eventuales de brillantez, dosis de
sufrimiento un tanto innecesario y final agridulce que desemboca en una
sensación incómoda de haber presenciado un espectáculo notable que merecía
mejor desenlace. Así quedó el paladar celtista después de un estreno
esperanzador, ajeno totalmente a las dudas mostradas en pretemporada, que
invita al optimismo moderado sin dejar de lado el recuerdo pretérito de que
cuando las buenas sensaciones no se transforman en resultados la desconfianza
sustituye al fútbol y la ausencia de victorias pasa a ser algo merecido.
Esperemos que este año no ocurra.
El equipo gustó
porque partió de sus virtudes para dañar al rival y utilizó el balón y la
velocidad como arma de actuación. Luis Enrique prefirió lo simple en su debut y
apostó por una defensa de cuatro, que todavía necesita ajustes, y por poblar el
centro del campo de sus futbolistas de mayor talento. Krohn-Dehli y Álex López
recuperaron sensaciones pasadas y firmaron un encuentro sobresaliente, sólo
eclipsado por el hombre de la noche: Charles Días. El brasileño cumplió en su
faceta goleadora, razón fundamental de su fichaje, pero exhibió a mayores unas
cualidades de las que adolece el Celta sin Bermejo y que ofrecen multitud de
variantes en fase ofensiva. Su juego de espaldas impresiona y su facilidad para
asociarse sorprende. Ayer fue el mejor de un conjunto notable.
Si a eso se suma la
calidad de Augusto y el desborde de Nolito, algo más apagados anoche, hay
motivos para creer. Más aún si se echa un vistazo al banquillo, donde estuvo
temporalmente Rafinha, un futbolista destinado a marcar diferencias. Dos o tres
destellos bastaron para corroborar esta suposición. Difícil papeleta la que le
espera a Luis Enrique en el Benito Villamarín para decidir entre tanto talento.
Más aún si llega el necesario delantero que compita con Charles. Si Oubiña está
fino –necesita un sustituto- y los Madinda, Orellana y Santi Mina aportan, del
capitán en adelante hay razones para soñar.
Otro cantar es la
retaguardia. Hugo Mallo regresa tras un largo periodo de ausencia y necesita
tiempo para recuperar su mejor nivel. Toni cumple, aprende a pasos agigantados,
pero muestra carencias defensivas difíciles de corregir en el corto plazo. El
Espanyol lo supo y basculó todo su ataque hacia ese costado. La llegada de un
lateral se antoja indispensable. Mientras, el centro de la defensa no inspira
confianza. Cabral, pese al buen encuentro de ayer, por errores pasados. Fontás,
por la comparación con Túñez. El catalán ayer erró en el segundo gol perico y
muchos ya no se lo perdonan. Injusto sería valorarle por un solo fallo y
condenarle a una temporada bajo lupa por una decisión impopular en la que nada
tiene que ver.
Terminado el debut toca mirar hacia adelante, quedarse con lo bueno y corregir los aspectos negativos. El Celta juega, pero todavía le falta competir. Un equipo sólido no desperdicia un 2-0 al que acompañaba tal superioridad. Errores que se repiten en una nueva temporada en la que la afición empezó a lo grande. Más de 21.600 celtistas en una noche de lunes a las 22 horas. Pocos podían imaginarse una respuesta así hace tan sólo dos años. La clave es la ilusión y el amor hacia un equipo que enamora pero decepciona al final, que busca pero no encuentra, que merece pero no consigue. Así fue esta vez. El domingo, nueva oportunidad para mejorar el final de la cinta.
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