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Foto: Record |
La afición y algunos jugadores del Porto no honraron ayer a su equipo en el día que celebraba, ni más ni menos, que su 120 aniversario. Un siglo y dos décadas de historia a sus espaldas, decenas de títulos logrados, incluídas dos Copas de Europa, y uno de los clubes más reconocidos del continenten europeo por su desempeño en las últimas décadas. Nada de eso pudo evitar ciertos comportamientos reprobables en cualquier partido, pero mucho más en uno denominado "amistoso".
El recibimiento tributado a los aficionados celestes a su llegada a Porto no fue el mejor, con algún autobús apedreado. Dentro del campo tampoco el comportamiento fue el mejor. Claro que los jugadores locales tampoco ayudaron. Se manifestaron con extremada violencia desde el minuto cero, repartiendo entradas y acciones feas durante todo el transcurso del partido. La traca final llegó en los últimos instantes del partido cuando Kelvin propinó cuatro patadas a Nolito mientras este conducía el balón. Hastiado por la insistencia, Nolito soltó su codo a pasear, y aunque no llegó a impactar con la cara de su oponente, el feo gesto no pasó desapercibido para el banquillo del Porto que saltó al campo casi en pleno.
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Aspecto de un autobús apedreado |
No habían pasado ni tres segundos desde la acción de Nolito y ya tenía a todo el equipo contrario y su banquillo encima. Una reacción alevosa que invita a pensar en la premeditación. Nolito jugó en el Benfica y quien sabe si tenían alguna cuenta pendiente. El caso es que la tangana estaba servida, varios jugadores del banquillo del Celta se encararon con jugadores del Porto y el árbitro se vio incapaz de contener la ira de los protagonistas.
Finalmente el juego se puedo reanudar, aunque no sirvió de mucho, ya que acto seguido una parte de la afición del Porto, los energúmenos que hay en todos los sitios, decidió poner punto final al partido procediendo al encedido y posterior lanzamiento al campo de varias bengalas, cuyo acceso a un estadio de fútbol está totalmente prohíbido. El árbitro señaló el final del partido, y la afición portista, lejos de aplaudir a su equipo se dedicó con esmero a silbar a los jugadores del Celta cuando estos saludaban a los celtistas desplazados a Porto. Hechos lamentables que no deberían suceder en un partido amistoso.
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