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Foto: Ricardo Grobas |
«Con respecto a hace cuatro años, esto ha cambiado muchísimo, y se agradece». Con esa sentencia resumía ayer Borja Oubiña la realidad del celtismo. Superadas las épocas oscuras, de problemas económicos, con el club al borde del abismo y con la comunión entre club y celtismo resquebrajándose, el Celta atraviesa ahora la que podría considerarse una nueva época dorada a nivel de afición, un bum que el capitán celeste no recordaba desde hace años. «Quizás la última vez que se vivió algo así fue en en el 96 o el 97, y me alegro de que suceda de nuevo. Lo que hace importante a un club, lo que le da sentido realmente, es que el aficionado esté detrás y esté contenta».
Más allá de las percepciones, los números mandan. Tomando como ejemplo la temporada 2008/09, la cifra de abonados celestes se paraba en los 13.000, aproximadamente la mitad de los que se calcula que podría rozar el Celta este curso. Porque aunque oficialmente el club no hace predicciones, lo cierto es que espera superar los 22.000 socios de la campaña pasada, una cifra ya de por sí ambiciosa y que dista mucho de la de los años oscuros. Si en el 2008 el Celta tenía 13.000, al año siguiente la cifra se quedaba en 13.682, y los datos de afluencia a Balaídos no mejoraban el panorama.
En la temporada 08/09 encuentros como el Celta-Rayo se disputaban ante escasos 8.900 espectadores, la visita del Hércules rondaba los 6.000 o el encuentro contra el Tenerife los 5.700. Cifras muy pobres comparadas con las manejadas hace dos temporadas, todavía en Segunda, o el último curso, donde la media duplicaba esas cifras al situarse en 17.779 espectadores.
Fue en junio de 2009, con el Celta en el precipicio de un nuevo descenso, cuando se registró la mejor entrada de aquella temporada, con 24.032 espectadores y un canterano llamado Iago Aspas convirtiéndose en el héroe del equipo.
Un club de casa
El respaldo sin fisuras de la afición en los días más difíciles del curso pasado o el apoyo registrado en estos primeros días de pretemporada son solo un ejemplo del renacer del celtismo, que a ojos de Oubiña tiene un perfil renovado. «Hay mucha gente joven, de 15 o 16 años que está identificada con la idea del club, de que haya gente de aquí, gente cercana a ellos. Hay un sentimiento muy bonito que hay que aprovechar», valoraba el capitán, que considera que «sin ellos estaríamos en Segunda».
Ahora, consolidarse deportivamente en Primera se convierte en el nuevo objetivo céltico, puesto que la masa social ya se ha reencontrado con el club, y su situación económica y estabilidad son patentes. «Digamos que estamos en una situación súper estable a nivel de club, a nivel de afición y a nivel de todo», se felicita Oubiña.
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