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RICARDO GROBAS |
Cuando Abel Resino se sentó en la sala de prensa de Balaídos, allá por el mes de febrero, para ser presentado como nuevo entrenador del Celta, se vio envuelto en una situación que extrañaría al más pintado. La teórica presentación del nuevo técnico se convirtió en un recordatorio lleno de añoranzas hacia el entrenador cesado. Allí mismo, Mouriño aseguró que Paco Herrera podría volver al Celta cuando él quisiera. Todo ello para justificar el desaguisado que ellos mismos habían creado con la destitución de Paco Herrera.
El técnico catalán no volverá al Celta porque en el club vigués estaban "hasta el gorro" de sus indecisiones, pero sabían que no habían actuado del todo bien. La noticia de su cese saltó en la madrugada del domingo al lunes. A él se lo comunicó el Presidente a las dos de la tarde del lunes. Mientras, Paco Herrera tuvo que enfrentarse a la rumorología y a un hecho cierto que corroboró por la mañana de boca de un directivo del Celta, pero no del Presidente, que llegó a hablar con él como si nada mientras negociaba con Abel.
Cuatro meses después, Resino ha vivido en sus propias carnes lo que vio desde fuera en aquel momento. Suponemos que tendrá muchas sensaciones en estos momentos, pero probablemente una de ellas no es la sorpresa. Al toledano le firmaron un contrato de año y medio, sin estar supeditado en ningún momento a la salvación del equipo. El Celta sabía que Abel no encajaba en su filosofía, a pesar de que Mouriño defendió este hecho en la misma presentación sacando los datos de posesión del Granada que avalaban la teoría del fútbol ofensivo.
Pero la realidad es que Abel no era el arquitecto del proyecto del Celta. Era simplemente un bombero encargado de apagar el fuego que amenazaba al Celta. Ese era su objetivo y lo cumplió. Lo que extrañaba es que a un "apagafuegos" le hiciesen un contrato de un año y medio. Hoy, en la nota del club se habla de que la filosofía de Resino no encaja con la del club. Hace un año Paco Herrera era el técnico ideal para el club, pero a día de hoy era un estorbo. Ayer Abel era un técnico ofensivo, pero hoy no encaja con la filosofía del club. Seguro que Abel, mientras escuchaba a Mouriño aquel día, pudo pensar: Mañana te puede pasar a ti.
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