El Celta prepara un proyecto deportivo más ambicioso


MARTA G. BREA
Resaca en la Galicia celtista. En Balaídos, los restos de la celebración. Papeles, envases, las cicatrices del césped arrancado como recuerdo, la portería de Marcador que asoma en el horizonte con el larguero quebrado. Solo algunos empleados recorren las instalaciones. Silencio, en general, mientras las gaviotas picotean. También en la sede de Praza de España. Pero es una tregua breve. El fútbol nunca concede descanso. El consejo de administración tendrá que digerir con rapidez la permanencia y tomar decisiones trascendentales respecto al futuro. El objetivo ya quedó marcado por el presidente, Carlos Mouriño, durante el pasado verano. Anticipaba que la permanencia resultaría sufrida en la primera temporada de esta nueva etapa en Primera y lo ha sido más que ninguna. Pero también anunciaba un mejor porvenir si se superaba esa criba. Toca afinar en ese reto.

La continuidad de Abel Resino se da por supuesta. Desde la directiva, cuando todo parecía encaminado hacia el descenso, aseguraban que respetarían el contrato firmado hasta el 30 de junio de 2014. Es cierto que no ha enamorado a la afición, devota del recuerdo de Herrera. Y que a la plantilla le costó asimilar sus ideas, que debió matizar a petición de los propios jugadores. Pero el club valora sus números y la fe que ha mantenido. 

Hay otro caso por resolver antes de lanzarse de cabeza al mercado: la identidad del director deportivo. El contrato de Miguel Torrecilla concluye el 30 de junio. Mouriño no ha sido tajante respecto al salmantino en las escasas ocasiones en las que se ha pronunciado al respecto. Una ambigüedad que el presidente ha calibrado, fiándolo todo al balance final de la campaña. Es lo que le ocupará junto a sus consejeros. A Torrecilla, de buena gestión en Segunda, le afea buena parte del entorno sus fallos en los fichajes. 

Dentro del club hay voces de peso que tienen otra opinión. Consideran que Paco Herrera también dejó escapar operaciones interesantes debido a su indecisión. Síntomas que no permiten vislumbrar con claridad qué sucederá. A día de hoy, en la confrontación de opiniones, puede que Torrecilla saliese vencedor. Pero será Carlos Mouriño el que dicte sentencia y es cierto que le han llegado propuestas para el cargo. Cuando los despachos tengan ocupante, será el momento de ir atando cabos. La permanencia facilita mucho la tarea. 

El Celta podrá construir sobre una base sólida, aunque también los jugadores con contrato en vigor deberán someterse a examen. Algunas fuentes cifran en una decena los cambios necesarios. Se tiene como certeza la venta de Iago Aspas. Ya es sabida la mudanza de Roberto Lago al Getafe. No se prolongarán las cesiones de Park, Pranjic y Demidov. Ni parece probable la renovación de Quique de Lucas. Pero son muchos otros los interrogantes. Está por ejemplo el del héroe del sábado. Insa anotó el gol de la permanencia igual que anotó en Tarragona el del ascenso. Su inclusión en el once inicial ha sido crucial para impulsar la reacción de la escuadra en la recta final. 

Queda libre y tiene ofertas de Elche y Levante. Espera la céltica. Varas ha sido uno de los grandes descubrimientos. No por su calidad deportiva bajo palos, bien sabida, sino por su calidad humana dentro del vestuario. Él ya ha proclamado su amor al club y a la ciudad. El principal obstáculo es su ficha con el Sevilla, de 1,2 millones de euros. Totalmente fuera de la escala salarial que maneja el Celta. Quizá pueda negociarse una rebaja a cambio de años de contrato. La portería tiene un debate sustancioso. Yoel regresa tras su cesión al Lugo. 

Se reencuentra con Sergio Álvarez. Pero hay un elemento más que se ha incorporado con fuerza a la sociedad: Rubén Blanco. La entidad contemplaba a medio plazo su futuro con el joven como portero titular. Quizás su actuación en las dos últimas jornadas les anime a anticipar los tiempos. Pero es un dilema, en todo caso, entre apostar por él como titular cuando apenas habrá rebasado los 18 años o como tercera opción, lo que le permitiría jugar con el filial. Lo que no le conviene, bajo ningún concepto, es atarse al banquillo. 

Existen muchas otras dudas que el Celta irá resolviendo en las próximas jornadas, básicamente sobre hombres que han disfrutado de pocos minutos como Bellvís, Toni o Jonathan Vila. y que, sin embargo, han sumado desde fuera e incluso han actuado como salvavidas en lo peor de la tormenta. Y a esto se le añade la dosis necesaria de espacio para canteranos que ya han pisado tierra como Santi Mina y Levy Madinda ("aquí es mi casa y me voy a quedar, Celta es de Primera", escribía ayer en Twitter) o que solicitan esa posibilidad. La directiva es consciente, en todo caso, de que deberá tener mayor acierto en los refuerzos imprescindibles, especialmente en aquellos de los que dependerá la producción ofensiva. A su favor, una cada vez más saneada economía, con la inyección añadida del traspaso de Aspas, que permitirá a la dirección deportiva moverse con solvencia entre los competidores de su nivel.

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