Decía Ortega y Gasset que “yo soy yo y mis circunstancias”.
El Celta fue él mismo, similar por momentos al de principios de temporada,
atrevido aunque poco vertical. Las circunstancias, por el contrario, trajeron a
Balaídos a un rival superior, a un conjunto de otra dimensión. Cuesta entender
que este Athletic esté peleando por salvar la categoría. Los de Bielsa son un
señor equipo, de los pies a la cabeza, que mereció mayor suerte en su visita a
Vigo. Sólo la falta de puntería y una genialidad de Iago Aspas en las
postrimerías del encuentro evitaron el triunfo rojiblanco. Pudo ser peor. El
punto, aunque insuficiente a priori, quizás tenga su peso en oro al concluir la
jornada. Resulta delicioso visto el choque, pero un tanto amargo con la clasificación
en mano.
Tenía razón Resino
cuando comentaba que el Athletic iba exigir mayor nivel que los adversarios
precedentes. Se vio desde el principio. Los leones salieron a morder y en menos
de un cuarto de hora ya habían rondado el gol en tres ocasiones. El Celta tardó
en despertar pero consiguió equilibrar el duelo mediado el primer acto para
posteriormente extender su dominio hasta el intermedio. En los mejores minutos
celestes, el fútbol concedió a los bilbaínos aquello que les había hurtado en
los compases iniciales. Cuando quizás menos lo habían merecido, una jugada
primorosa al primer toque terminó con el gol de De Marcos. Jarro de agua fría justo
antes del descanso.
En la reanudación,
el guión regresó al comienzo. El Athletic achuchó, tuvo al Celta contra las
cuerdas y le perdonó la vida con dos errores de Ibai y Aduriz que en
condiciones normales hubiesen supuesto la sentencia definitiva. Pero la pelota
no quería entrar. La fortuna que faltó en otras ocasiones acompañó a los
vigueses en la noche de ayer. Aspas hizo el resto. En un encuentro bastante
discreto del moañés, un latigazo con su pierna izquierda vale 1 punto de oro.
Sin estar del todo bien, el 10 celeste volvía a ser decisivo.
Además del botín,
otras conclusiones positivas pueden extraerse del partido. La principal, la
confirmación de que Levy Madinda es un jugador de Primera División. El gabonés,
en su debut como titular, mostró maneras de buen futbolista. Algún día se sabrá
qué ocurrió entre él y Herrera, pero lo que está claro es que tenerle fuera del
primer equipo durante la práctica totalidad de la temporada ha sido un
desperdicio notable. Por otra parte, jugadores poco habituales como Toni o Bellvís
rindieron a buen nivel, mientras que otros como Orellana no terminan de
arrancar.
Restan cuatro
partidos y el Celta no saldrá del descenso esta jornada. El punto puede
resultar insuficiente, pero no admite queja visto el encuentro. Sin hacer un
mal partido ni mucho menos, los de Abel Resino se enfrentaron a un rival
superior al que consiguieron rascarle un empate. Un botín quizás insuficiente
pero que pueden hacer bueno los resultados del fin de semana, así como el duelo
del próximo miércoles en Balaídos ante el Atlético de Madrid. La pelea sigue y
hay que continuar remando hasta el final. Aquí no se rinde nadie.
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