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Foto: R. García / EFE |
Finalizada la penúltima jornada, el Celta sigue vivo. En una
noche casi perfecta, los astros parecieron alinearse y acercan una permanencia
que minutos antes del comienzo del partido semejaba una utopía. Los celestes
cumplieron con su cometido, venciendo con solvencia a un Valladolid que opuso
menor resistencia de la esperada. Al tiempo, el Zaragoza sucumbía pronto en el
Villamarín, el Mallorca no pasaba del empate en el Calderón y el Deportivo caía
a pies del Málaga. Tan sólo se escapó el Osasuna, capaz de remontar el gol
inicial de Negredo. Hubiera sido la guinda a un pastel que el Celta podrá
merendar el próximo sábado si gana a un Espanyol que nada se juega y Riazor deja
escapar algún punto ante una Real Sociedad que pelea por entrar en Champions.
La pelota sigue estando en tejado ajeno, pero las posibilidades de salvación
han crecido exponencialmente. El milagro ha tomado cuerpo y queda convertirlo
en realidad en una última cita de infarto que mantendrá en vilo a toda Galicia.
Del partido no hay
demasiado que comentar. El Celta se impuso con autoridad demostrando desde el principio
qué equipo necesitaba los puntos. El Valladolid, lejos de querer saldar cuentas
pretéritas, fue el rival idóneo para sacar petróleo. Los pucelanos carecieron
de intensidad y dejaron jugar a un Celta que siempre estuvo cómodo. Krohn-Dehli
y Álex López, dinámicos y muy participativos, llevaron la manija del encuentro
y de sus botas nacieron las primeras oportunidades. Cabral puso el encuentro en
franquicia y todo se tornó más sencillo.
Ni la espeluznante
lesión de Javi Varas –la quinta grave en la plantilla en lo que llevamos de
temporada- estropeó el partido. El portero sevillano se despide del Celta de
forma amarga, pero en el recuerdo del celtismo siempre quedará su exquisito
comportamiento y su gran profesionalidad. Su baja queda bien cubierta con Rubén
Blanco, el futuro dueño de la portería de Balaídos. Lo que a primera vista
sería un papelón para cualquiera, el de Mos lo convirtió en un debut soñado. Su
serenidad y madurez asustan. Dos intervenciones providenciales evitaron
problemas. Entre una y otra, Aspas puso el 0-2 desde el punto de penalti. Sólo
la falta de puntería y la mala vista del colegiado al no conceder el gol
fantasma de Krohn-Dehli evitaron un final mucho más plácido de lo que ya de
por sí fue.
Ahora todo se
reduce a 90 minutos y 160 kilómetros. Esa es la distancia que separa Vigo de A
Coruña, Balaídos de Riazor. Zaragoza y Mallorca siguen con opciones, pero una
victoria del Celta, lo único que vale a los olívicos, los borra de la pelea.
Por ello toda la atención debe estar puesta en lo propio y en lo que suceda en
la ciudad herculina. La clasificación sonríe al Depor, que a día de hoy goza
del privilegio de depender de sí mismo, pero el calendario no. A la ribera del
Lagares llegará un Espanyol sin nada en juego, al que hay que superar, pero que
sin duda infunde menos respeto que una Real Sociedad en busca de la Champions.
Esa es la baza celeste, hacer los deberes y esperar el favor de los
donostiarras. Ayer a las 19:59 horas, el celtismo al completo hubiera firmado esta
situación. Tambíén los más de 1.500 valientes que viajaron a Valladolid. El sueño continúa. #NonNosRendemos
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