Resulta curioso lo caprichoso que puede ser el destino. O tal vez llamamos destino a otras cuestiones. El Celta ascendió hace casi un año a Primera División con un bloque pensado para ascender, pero que necesitaba refuerzos para subsistir en Primera División. Durante el verano, la dirección deportiva del Celta se afanó en buscar esos jugadores que marcasen diferencias, que diesen un salto cualitativo a un equipo que había despuntado en Segunda, pero que afrontaba una dura temporada en la máxima categoría con futbolistas poco experimentados.
Llegaron a Vigo Augusto, Krohn-Dehli, Park, Javi Varas, Samuel y Cabral. Jugadores que, en teoría, deberían aportar ese granito de arena en forma de calidad y experiencia para que el Celta navegase por la Primera División sin enfangarse. Visto que el rendimiento del equipo no era el aconsejable, en invierno se volvió a reforzar el equipo con la llegada de Demidov, Pranjic y el repescado Orellana, que comenzó la temporada en Granada, a donde regresó tras su cesión al Celta. El equipo se apuntalaba con futbolistas notables, buscando el mismo objetivo que en verano.
Y así sigue el Celta, sin acabar de arrancar, y con la sensación de que no se acertó en las contrataciones. No tanto en los jugadores, sino en las demarcaciones y en el tipo de futbolistas que necesitábamos. No se puede decir que ninguno de ellos haya triunfado, pero hay un hecho sintomático que debería preocupar, y mucho, a la dirección deportiva del club, y por ende a quienes mandan y gobiernan los designios del Celta. Con el equipo jugándose la vida ante el Athletic, obligado a remontar para seguir vivo en la competición, Abel movió el banquillo y acabó jugando con un equipo repleto de futbolistas que el año pasado formaban parte de la plantilla del ascenso.
El Celta acabó el partido con 10 jugadores que estaban el año pasado, y la excepción de Javi Varas como único fichaje. Ocho jugadores eran habituales del equipo la pasada temporada, o formaban parte del primer equipo: Vila, Túñez, Bellvís, Oubiña, Toni, Orellana, Bermejo y Iago Aspas, a los que se unían Levy Madinda y Jony, que el año pasado solían alternar entrenos con el filial y el primer equipo, pero que no llegaron a debutar. En definitiva, el Celta acabó con diez jugadores que no fichó esta temporada el Celta, o que ya había fichado para temporadas anteriores, como es el caso de Orellana. Mal síntoma si hay que jugarse las habichuelas con los jugadores que nos dieron el ascenso.
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