Inasequibles al desaliento


ÓSCAR VÁZQUEZ
El celtismo es inasequible al desaliento. Ayer obtuvo el premio que se le negó en Mallorca en el tiempo de descuento. Esta vez, un remate de Bermejo en el minuto 92 le dio tres puntos que le mantienen vivo en la pelea por la salvación con otros cinco equipos, entre los que les separan apenas cinco puntos cuando faltan seis jornadas de Liga. La afición recibió al equipo con bengalas y lo despidió con aplausos tras ganarle una final al equipo que le ha privado de dos Copas del Rey en dos ocasiones. Las "quedadas del celtismo continuarán hasta el final.

Un pasillo de bengalas recibió en las inmediaciones de Balaídos a los de Abel Resino, que llegaron al estadio minutos antes de que lo hicieran sus rivales, pasadas las ocho de la tarde. Varios cientos de aficionados acudieronb a la "quedada" promovida por las peñas a través de las redes sociales. El celtismo se muestra infatigable en estos momentos, temiendo la zozobra de un proyecto que comenzó en agosto concitando el interés de 22.500 personas que se dieron de alta como abonados del club.

El horario impuesto por la Liga de Fútbol Profesional propicia la renuncia de muchos aficionados a ver fútbol en directo. En Inglaterra, donde las televisiones también hacen negocio con este deporte, programaron siete partidos a la misma hora en la tarde del sábado. En España, en cambio, los dueños del fútbol apuestan por horarios de botellón, pero a golpe de lunes. No hay escolar que lo resista y menos aún si su domicilio está a varias decenas de kilómetros de Balaídos. Y los hijos arrastran a los padres, por lo que en uno de los partidos más importantes de la temporada, Balaídos registró ayer una de las entradas más flojas de los últimos meses. Estaban los 13.000 incondicionales de Segunda y 2.500 más para animar a su equipo ante quien le amargó dos finales de Copa. De la primera, en 1994, se cumplieron el sábado diecinueve años. Histórica rivalidad con los blaquiazules aragoneses, anfitriones de los célticos en su debut en Primera División, en 1940.

La de ayer era otra final y así lo entendió Balaídos, que no dejó de animar a sus jugadores, incluso cuando Apoño sacó una falta lateral para que Sapunaru batiese a Varas.

Las caras largas que se vieron en la grada a partir del minuto 25, apenas aguantaron diez minutos. Los que tardó Álex López en devolverles la sonrisa. El celtismo está entregado a un equipo que sufre en exceso para alcanzar el sueño de prolongar su estancia en la máxima categoría.

La afición admite la dificultad de sacar el proyecto adelante, pero se entrega en cuerpo y alma al equipo, aunque la LFP le obligue a sacrifir horas de descanso para estar con los jugadores en un momento crítico.

Cuando Abel llamó a Orellana para entrar por Álex, recibió una ovación que no se espera generalmente un suplente de lujo que llegó en enero para ayudar a solucionar la falta de gol y no se ha estrenado.

Pero esta afición está sobrada de generosidad. No se da por vencida y, hasta más allá del último minuto de la Liga, estará arropando a sus muchachos. Antes del partido de ayer, promovió un par de "quedadas". Quedan muchas más para estos seguidores inasequibles al desaliento.

Javier Conde / Faro de Vigo

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