La Semana Santa es tiempo de fe no sólo para los creyentes, también
para los futboleros. A ella se agarra una afición celeste a la que el bochorno
de Riazor dio argumentos para dejar de creer. No sólo por el batacazo futbolístico,
sino por la mala imagen ofrecida a ojos de todo el país. El tiempo todo lo cura
y 15 días después de aquella fatídica noche, el fútbol ofrece una nueva
oportunidad para olvidar y reengancharse a la fe. El rival, un Barcelona que
compite en otra galaxia, no parece el mejor adversario para invertir la
dinámica, pero invita a luchar por una victoria que resucitaría a un equipo
necesitado de una inyección de moral. Además, los culés aterrizan en Vigo
mermados por el virus FIFA y con la mente puesta en París, donde el próximo
martes disputan la ida de cuartos de final de la Champions League.
No habrá pues mejor
momento para dar la sorpresa y conseguir un triunfo revitalizante, para lo cual
será necesario domar la ambición sin límites de Leo Messi, al borde de un
récord de otro planeta. El Celta es la única presa que le resta al argentino
para acumular 19 partidos perforando marcos contrarios. A eso y a la ilimitada
competitividad de un equipo casi perfecto se enfrentan los celestes, obligados
a lograr una hazaña muy necesaria para mantener vivas sus aspiraciones de
salvación.
Las bajas serán un
lastre, y es que el parte de ausencias se ha llenado en el peor momento
posible. Iago Aspas, al que le esperan 4 encuentros de suspensión, y Andrés
Túñez, por acumulación de amonestaciones, no estarán ante el Barcelona. Por
otra parte, las lesiones han dejado fuera a Álex López, Krohn-Dehli y Sergio,
quien tras su rotura de clavícula se une a Hugo Mallo y Samuel Llorca como
lesionados de larga duración. Esto último obliga a Abel Resino a tirar del
joven Rubén Blanco como portero suplente. Otro canterano como Levy Madinda también ha entrado en la lista. Además, Bermejo y De Lucas arrastran molestias
físicas, aunque parece que no tendrán problemas para ponerse a las órdenes del
técnico toledano.
Ante este panorama,
la alineación celeste diferirá mucho de la habitual. Javi Varas estará en
portería con una línea de cuatro en defensa formada por Jonny, Cabral, Demidov
y Roberto Lago. Debido al potencial azulgrana en el centro del campo, no sería
de extrañar que Abel Resino optase por un trivote compuesto por Oubiña en el eje
y Pranjic e Insa actuando como volantes. Mientras, en parcela ofensiva, Augusto
Fernández es un fijo en el costado derecho y Orellana podría cubrir la baja
de Krohn-Dehli. Finalmente, Park se perfila como el sustituto del castigado
Iago Aspas. El coreano se encuentra ante la última oportunidad para justificar
su fichaje.
En el otro lado del
campo aguarda un Barcelona diezmado, pero igualmente peligroso. Si las bajas
del Celta son notables, las barcelonistas no se quedan atrás. Valdés, Adriano,
Jordi Alba, Puyol, Xavi o Pedro no han viajado a Vigo. Tampoco Tito Vilanova,
cuyo regreso parece que se producirá entresemana, pero sí Eric Abidal, quien
vuelve felizmente a una convocatoria tras superar su enfermedad. Esto, y el
importante encuentro del próximo martes ante el PSG, permitirán las rotaciones
y la entrada en el once de futbolistas menos habituales como Pinto, que vuelve
a Balaídos cinco años después, Thiago, Tello o Song. Quien parece que no rotará
será un Messi sediento de récords. El 10 blaugrana busca completar una vuelta
entera haciendo gol en cada partido y tratará de batir a un Javi Varas del que
no guarda precisamente buen recuerdo.
Así pues, Pinto
regresará a la portería de Balaídos, custodiado por una defensa de
circunstancias formada por Alves, Piqué, Mascherano y Montoya. Song ocupará el
pivote con Thiago y Cesc Fábregas completando el triángulo. En ataque, Tello y
Alexis Sánchez actuarán en los extremos con Leo Messi como principal referencia
ofensiva.
El permisivo Mateu
Lahoz, del colegio valenciano, dirigirá un encuentro con relevancia dispar para
ambas escuadras. Mientras para el Barça es un partido más con el que acercarse
a un título de Liga prácticamente sentenciado, para el Celta es una tabla de salvación
con la que dejar atrás el amargo recuerdo del derbi y recuperar la esperanza.
Que es difícil resulta una obviedad, que nunca lo fue tan poco también. Ahora o
nunca. Las distracciones blaugranas juegan a favor de los locales, pero no
admiten relajación ante un conjunto voraz. Un Balaídos a reventar estará con
los suyos. Con motivos o sin ellos, las gradas del vetusto estadio vigués nunca
han dejado de creer. El equipo tiene hoy la oportunidad de demostrar que
tampoco. Es tiempo de fe.
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