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EUGENIO ÁLVAREZ |
Probablemente, la última e inmensa tristeza para el celtismo sobre un terreno de juego tuvo lugar en Los Cármenes aquel 12 de junio de 2011. Envuelto en un ambiente bélico, generado por el club granadino con sus proclamas informativas y fomentado por gran parte de los aficionados locales, el sueño del ascenso se esfumó con la decisiva tanda de penaltis que decidía el acceso a la eliminatoria final para llegar a Primera. Michu, ahora estrella en la Premier League, erró su lanzamiento. Como si estuviésemos en otro siglo, la voz de Xaime Escudeiro, mítico periodista y narrador de partidos para la Radio Gallega, comunicó la defunción futbolística de aquella infinita ilusión a quienes estábamos falto de imágenes, aunque ahí nació un refuerzo moral, el punto de partida hacia la gloria del pasado año.
Tras la decepción céltica de Los Cármenes, el Granada accedió a la élite del fútbol español y en enero de 2012 Abel Resino llegó al banquillo andaluz para remontar el vuelo de un equipo destinado al abismo. Con la ayuda de la fortuna, ese gol de Falcao en El Madrigal, el ex portero del Atlético de Madrid mantuvo a los suyos antes de abandonar este proyecto deportivo. Ahora, el mismo técnico que salvó al Granada el pasado 13 de mayo tratará de hacer lo mismo con el Celta ante el último gran verdugo de la entidad viguesa. Son las cosas del destino, esa lotería que obra sobre nosotros.
Ha sido una semana muy dura para el club, el equipo y su afición. La durísima derrota en Getafe, las formas utilizadas para echar a Herrera, el doloroso adiós de Paco, su sustitución por Abel y toda la polémica generada por el ‘no’ a Salva Ballesta como segundo del toledano debido a sus conocidas referencias personales han generado una agotadora incertidumbre en torno al futuro celeste en la máxima categoría. Cuando concluya la temporada, ya habrá tiempo para analizar todo lo sucedido, tomando medidas para solucionar problemas visibles e invisibles. Eso sí, sabemos que los últimos acontecimientos pasan en las mejores familias. Todos hemos aprendido de este terremoto emocional y la única manera de seguir adelante es recuperando la unidad que habíamos perdido. Nuestro destino, el de todos los que estamos vinculados al Celta, está escrito: luchar hasta el último segundo para seguir siendo grandes.
@heymisterwhite
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